La vicepresidenta primera, Mª Teresa Fernández de la Vega, salía al paso de las duras declaraciones realizadas el jueves 11 en el Congreso de los Diputados por el presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Señalaba Francisco José Hernando que la independencia de la Justicia quedaba "herida de muerte". De la Vega considera, sin embargo, exageradas sus declaraciones y afirma que la independencia judicial está garantizada en nuestra Constitución. Igualito que el derecho a una vivienda digna, añadimos nosotros. "No existe una sola razón o argumento que nos haga pensar que los jueces no son absolutamente independientes", señala con rotundidad la ministra portavoz.

 

Pero lo mejor vino con la formulación de su particular doctrina: "La independencia no depende de la forma en que se designen a los miembros de los órganos superiores de la judicatura". ¿De qué depende entonces? ¡Ah! sí, claro, depende del espíritu interno, de la independencia de juicio. Pero conviene no sólo ser honrada, sino parecerlo. Y si los jueces son designados por vocales del CGPJ nombrados por políticos, cabe intuir cierta interferencia. Y si se cambian las reglas del juego a mitad de partido, cabe interpretar que quien las cambia quiere obtener beneficio político. La independencia nace y se hace. Y no parece que el Gobierno haya emprendido el camino adecuado.