A la Agencia Central de Inteligencia, la casi omnipresente CIA, se le han atribuido, desde su fundación poco después de la II Guerra Mundial, las más tenebrosas misiones "especiales" destinadas supuestamente a garantizar la seguridad nacional de Estados Unidos.
Estas operaciones, en las que se mezcla el espionaje y las operaciones militares, han sido objeto de múltiples denuncias casi siempre en detrimento del prestigio de la principal democracia del mundo. Ahora ha sido el propio Senado norteamericano el que ha escrito el más duro alegato contra la Agencia de inteligencia, al denunciar, en un exhaustivo informe, la tortura utilizada en los interrogatorios de prisioneros a partir de los atentados del 11-S de 2001.
El informe ha provocado una profunda conmoción en la opinión pública tanto por la crueldad de los métodos empleados como por el hecho de que se han vulnerado todas las convenciones internacionales contra la tortura.
Pienso que es una cosa que el país que más farda de democracia y de respeto a la libertad debe arreglar sin tardanza. No se puede torturar nunca, pero menos en los momentos actuales. ¿Con qué autoridad podremos desautorizar el terrorismo islamista
Jesús Domingo Martínez