Que el título no les despiste. No se encuentran ante una insulsa comedia norteamericana sobre bodas, banquetes y demás parientes (últimamente muy frecuentes en la cartelera) sino ante un emocionante drama danés que llega a la fibra sensible del espectador.
Jacob lleva veinte años en la India dedicándose a ayudar a los niños de la calle, pero el orfanato que dirige está a punto de cerrar por falta de financiación. En ese momento recibe una oferta inesperada: un millonario de su país, llamado Jorgen, está dispuesto a donarle millones de dólares para su causa siempre y cuando Jacob regrese a su patria (Dinamarca) y cumpla ciertos requisitos, entre ellos asistir a la boda de la hija de Jorgen. Esa celebración supondrá para Jacob el reencuentro con su pasado y le enfrentará al mayor dilema de su vida.
La directora Susanne Bier es una experta en el género del drama, donde sabe mover con una sensibilidad exquisita todo tipo de sentimientos. Como en una película suya anterior, Hermanos, la Bier aborda cómo la vida cotidiana de una familia feliz se trastoca con un hecho trascendental. Una historia con una profundidad y un realismo que cala en el espectador quizás porque es como contemplar una parte de la vida misma. Todos nos sentimos identificados, de alguna manera, con el trío protagonista de la trama.
Unas interpretaciones de matricula de honor y un guión firmado por el excelente Anders Thomas Jensen (responsable de la singular Wilburg se quiere suicidar) hacen de lo más recomendable Después de la boda y de lo más comprensible su nominación al Oscar de películas de habla no inglesa de este año.
No se la pierdan pero llévense un pañuelo si son de los que lloran en el cine…
Para: Los que les vayan al cine a experimentar emociones.