Sr. Director:

Durante los últimos días hemos podido disfrutar de actos cuyo fin, en teoría bienvenido sea todo lo que suponga ahorrar energía, era concienciar de la necesidad de ahorrar energía para evitar el tan temido cambio climático. Posteriormente, hemos conocido un nuevo informe del IPCC (Intergovernmental Panel On Climate Change), que vaticina un aumento de la temperatura hasta final de siglo entre 1 y 6 grados. Amplio margen, por cierto, ya que las consecuencias serán muy distintas si tomamos en consideración el límite inferior o el superior. Además, en todos los foros de discusión sobre el tema únicamente se señalan los efectos negativos de tal aumento de temperatura, sin contar, en ningún caso, con los posibles efectos positivos, ni si será más oneroso tratar de detener el cambio climático o abordar sus consecuencias . No obstante, si limpiamos de neomaltusianismo a algunos movimientos o si prescindimos de ellos, creo que todo este movimiento puede ser positivo y con ello se apoya la investigación en nuevas formas de energía, la optimización de las existentes y también adoptar medidas eficaces para el ahorro energético. Dudo que, cuando alcancemos los 40 grados este verano, alguien se acuerde del cambio climático y desconecte el aire acondicionado de la oficina, de casa o del coche.

Dejémonos pues de demagogia "ecologera", de la que tanto gustan algunos políticos y que usan los grupos ecologistas para justificar su propia existencia, y adoptemos medidas serias. Es fácil pedir que se ahorre energía, pero estoy cansado de ver polígonos industriales y zonas residenciales a donde se desplazan cientos de personas diariamente sin un transporte público eficiente, edificios públicos donde realmente se derrocha la energía y políticos incapaces de tomar alguna medida que pueda suponer pérdida de votos. Repito, dejémonos de demagogias. Desgraciadamente los casos Al Gore abundan.

Domingo Martínez Madrid

domingo121@gmail.com