En el año 1987 comenzó en EEUU, el proceso judicial más largo de la historia de ese país, que sentó en el banquillo a 20 miembros de la familia Lucchese, acusados de 76 cargos. Con este juicio, el Gobierno de Estados Unidos se proponía acabar con una de las familias de mafiosos más importantes de New Jersey. Pero, uno de los acusados, Giacomo DiNorsci, decidió algo insólito: defenderse a sí mismo.
Declaradme culpable está basada en la historia real de Giacomo Jackie DiNorscio (Vin Diesel), miembro de la familia Luchese. Jackie, que se encontraba cumpliendo una sentencia de 30 años, fue tentado por las autoridades con la posibilidad de acortar su pena si testificaba contra sus mejores amigos. Pero, indignado, se negó a traicionar a su familia, y se convirtió en el gran espectáculo del macrojuicio.
Llama la atención que un director de la talla de Sydney Lumet (Doce hombres sin piedad (1957), Tarde de perros (1975) o Network, un mundo implacable (1976)) haya realizado una película tan maniquea como ésta. Desde las primeras imágenes se ve claramente que el cineasta apuesta, descaradamente, por la extrovertida e irreverente personalidad de DiNorscio. Toda la película juega, no sólo a convencer al jurado sobre la inocencia de este individuo y sus compinches, sino también a provocar la simpatía del espectador sobre ese controvertido personaje, lo que conduce a que el antipático de esta historia sea el fiscal que pretendía condenar a los principales mafiosos de New Jersey, que controlaban todos los negocios ilícitos (droga, extorsión, prostitución etc...)
Como Lumet tiene mucho oficio a sus espaldas, el proceso judicial está narrado con gran agilidad. Además, ha logrado lo que algunos creíamos imposible: una excelente actuación de Vin Diesel, en el papel protagonista. Pero la película no pasa de ser un ejercicio de manipulación.
Para: Los aficionados a las películas que tienen como eje un proceso judicial.