Con cargo al erario público la vicepresidenta regala dinero a cualquier organismo ideológicamente afín, sobre todo si es feminista
La vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández, se monta cada agosto unas vacaciones a cargo del erario público y a mayor gloria de su imagen internacional, que mima con esmero. Su gran ambición es ser la primera mujer presidenta del Gobierno de España para lo que necesita proyección internacional. Además, si no pudiera reemplazar a Zapatero, buscaría un lugar al sol dentro de los organismos supranacionales no económicos –de economía entiende poco- tipo Naciones Unidas. Una imagen que a la vice le encanta cultivar es la de líder filantrópico, la de diplomacia altruista.
De ordinario, desde Moncloa les insisten a los periodistas que se trata de un viaje oficial, por lo que todo el aparataje, también la cobertura mediática, corre a cargo del Estado. Es sabido que en los viajes de la señora vicepresidenta, ésta desciende a detalles: incluso trata de elegir al periodista que debe acudir por cada medio, y tampoco duda en abroncar a aquellos acompañantes plumíferos que escriben cosas que no son de su agrado.
Pero no sólo se financia sus viajes ególatras con dinero público sino las mercedes que generosamente reparte por el mundo, ideológicamente teledirigidas. La última: España esto es, los españoles, financiarán el quincuagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, a celebrar en diciembre. Nos sale carísima la foto de la vicepresidenta con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Desde el punto de vista ideológico, no habría nada que objetar a la nueva merced de doña Teresa, si no fuera porque este aniversario es el deseado por el Nuevo Orden Mundial (NOM) para darle un vuelco a la Declaración de los Derechos Humanos, con la consagración -no introducción, que ya están introducidos- de los derechos reproductivos: en otras palabras integrar en la Declaración, como derecho humano, nada menos que el aborto. Es el gran objetivo del lobby feminista internacional para el nuevo siglo.
Y, naturalmente, ante tan loable propósito, doña Teresa está dispuesta a ser muy generosa. Sobre todo con el dinero de los demás, con nuestro dinero.