La delegada del Gobierno de Zapatero en Madrid, doña Amparo Valcarce, una de nuestras peores ciudadanas, anunció al arzobispo de Madrid, Antonio Rouco, que no podía garantizar su seguridad si pronunciaba (mañana del miércoles 1 de diciembre) su prevista conferencia sobre El Dios desconocido.

Y es que doña Amparo es muy astuta, y había descubierto el boicot que determinados grupos -naturalmente antisistema y muy incontrolados- preparaban al cardenal. Y es natural, porque ir hablando de Dios en un claustro universitario es, sencillamente, provocar.

Eso sí, resulta llamativo que las Fuerzas de Seguridad del Estado no puedan controlar a los incontrolados, salvo que los incontrolados sean enviados o alentados por el anticlericalismo rabioso de doña Amparo, que, en cuanto oye hablar de Cristo, se convierte en una incontrolada muy preocupante.

Por cierto, el delegado del Gobierno en Castilla y León no tuvo ninguna pega en que el Leo Bassi utilizara el paraninfo de la universidad pucelana para soltar su diatriba blasfema contra la Iglesia.

¿Cristofobia? ¿Qué Cristofobia?

Eulogio López

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