"Tres jueves hay en el año que relumbran más que el Sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión".
El Corpus conserva su día propio en diversa localidades, y su celebración en Toledo fue declarada, en 1980, de interés turístico internacional.
El Día del Corpus, honramos el Cuerpo del Señor, "presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre" (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 282).
Pese a sus problemas óseos, el Beato Juan Pablo II hacía un esfuerzo y se arrodillaba ante la Santa Hostia, hasta que le fue imposible, y vemos que Benedicto XVI no imparte la comunión sino de rodillas y en la boca. Hay quienes han perdido el sentido del misterio y tratan el Cuerpo del Señor como si fuera un objeto, menospreciando la adoración, y entran en la iglesia, sin decoro, cada vez más mujeres. Es preciso recuperar las buenas costumbres, pues esas conductas muestran desprecio hacia el misterio eucarístico. Afortunadamente, en muchas de nuestras ciudades se ha instituido la Adoración Perpetua, fuente de consuelo, de esperanza y de bendiciones.
Josefa Romo Garlito