No sé por qué nos extrañamos de que se acuse a tantos regidores municipales estén en el banquillo. La misma palabra ayuntamiento lo dice: "Hay-untamiento".
Los españoles parecen amenazados por la corrupción como les amedrentaría un tifón de cuyos barridos no puedes librarte, aunque insistimos en que la corrupción no es monopolio de esa clase política: el español está siendo corrupto. La crisis colabora a la corrupción, una legislación asfixiante también, especialmente en materia fiscal.
En cualquier caso, si alguien desea -y supongo que somos muchos- acabar con la corrupción política, la primera medida sería limitar el tiempo de mandato. De todos los mandatos posibles. Es decir, acabar con la figura del profesional de la política. Al grito del clásico: del Rey abajo ninguno.
Desde luego hay que limitar la permanencia en el cargo del presidente del Gobierno y de los ministros. Pero también de los poderes ejecutivos autonómicos y de grandes municipios. Y el de los diputados y senadores. E incluso hacer incompatible el sustituir un cargo por otro.
El poder absoluto corrompe absolutamente pero el poder permanente corrompe para siempre jamás. Además, ¿qué se puede hacer en ochenta años de mandato que no se puede hacer en ocho
Con limitación de todo tipo de mandatos no sólo se consigue evitar la corrupción sino que la clase política recupere su vocación de servicio al prójimo y no la de servirse del prójimo.
Esto es regeneración y lo demás son tonterías.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com