Sr. Director:

Palabras sabias y oportunas las pronunciadas en el Vaticano- caja de resonancia global- por el  nuevo cardenal de Valencia, monseñor García Gasco, tras la recepción en la embajada española ante la Santa Sede, de relevantes personalidades del mundo de la Iglesia  y del Gobierno -entre ellas el embajador socialista, señor Vázquez, y la vicepresidenta Teresa de la Vega.

Con mucho tacto y diplomacia, -cual conviene en tales sitios y circunstancias-, pero también con certeras palabras no exentas de firmeza, verdad y contundencia- el purpurado García Gasco contestó con ellas al discurso  de  la vicepresidenta, quien  hizo cierto alarde de oportunismo político con una cita agustiniana.

"No se puede construir una sociedad sin Dios", dijo  el cardenal valenciano. Palabras que debieron resonar en el ánimo inquieto de la ministra. Clara alusión a la obra de Gobierno socialista que apoyado por los votos de los nacionalistas y separatistas en estos 4 años de legislatura.

Con la panoplia llena de armas mortíferas  y  la ayuda  de unas leyes nefastas, como las del aborto, el divorcio exprés, los matrimonios gays, la de la Memoria Histórica y la asignatura de EpC, los socialistas han pretendido construir en una nación de raíces cristianas, pero  troceada por la división y enfrentamientos, una sociedad sin Dios. Poco les ha faltado para lograrlo plenamente.

La España que dejan tras de sí, como ya dijo el Guerra, "no la conoce ni la madre que la parió". Ingente y titánica obra de reconstrucción, física y moral la que aguarda al partido o partidos, que salga vencedor en las urnas.

Miguel Rivilla San Martín

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