Sr. Director:
Procedo de una familia de humildes agricultores. Gracias a su esfuerzo y a la escuela que mantenían en su pueblo, mi abuelo llegó a ser suboficial de la Guardia Civil. Mi padre no pudo acabar el bachillerato porque empezó a trabajar con 14 años, pero siempre se preocupó porque adquiriésemos la mejor educación posible.
Yo estudié el bachillerato en un Instituto Nacional. Gracias a la magnífica calidad de la enseñanza que recibí, pude estudiar ingeniería (becado) y hoy tengo un buen empleo como directivo de una multinacional.
Al conocer la noticia de la aprobación de la LOE en el Congreso, sentí una profunda tristeza. Si no se enmienda en el Senado, la calidad de la enseñanza gratuita recibirá la puntilla definitiva, y con ella las oportunidades de promoción social de los hijos de los trabajadores españoles.
A mí no me afecta el problema, porque puedo permitirme pagar un colegio privado de pago para mis hijos. Pero ¿qué será de los hijos de los campesinos, policías y obreros de hoy? ¿Estarán condenados, como en la Edad Media, a ser campesinos, policías u obreros toda su vida igual que lo son hoy sus padres?