A finales de abril, se reunirán en Chile las 70 familias más ricas de Iberoamérica. Slim lo llama Encuentro Empresarial de Padres e Hijos. Se trata de un Senado patricio que pretende controlar los sectores estratégicos de la economía hispana y resaltar el papel de los empresarios. Esta vez el anfitrión será el empresario y banquero chileno Andrónico Luksic y Felipe González actuará como maestro de ceremonias. Por supuesto, el Encuentro tiene un profundo sentido filantrópico

La primera ministra chilena Michelle Bachelet se encuentra con un tremendo problema: necesita aparcamiento para no menos de 70 jet privados, algo no fácil de conseguir. Y eso mientras el Gobierno se enfrenta a disturbios sociales provocados por el precio del transporte. Y claro, es que los chilenos no viajan en jet privado.

Se trata de aviones un tanto especiales, porque transportan a todo un séquito de millonarios, para ser exactos, a las 70 familias más ricas de Hispanoamérica. Y claro, a esta gente no se le puede recibir de cualquier forma.

Es el Encuentro Empresarial de Padres e Hijos, una institución discreta pero poderosa, en la que el hombre más rico de Iberoamérica, el mexicano Carlos Slim, consuegro de Felipe González, propietario de Telmex, inició en 2003, en México. En 2004 la reunión –siempre en primavera, como la del FMI- se celebró en la República Dominicana. En 2005 le tocó el turno a Sao Paulo, y en 2006 fue el momento de Buenos Aires. Ahora Chile, con el empresario del cobre, también banquero, cuya familia fue socia de Emilio Botín y ocupó vocalía en el SCH, Andrónico Luksic, como anfitrión. Luksic es el más grande entre los patrones del cobre. Y ya saben lo que decía el fallecido Augusto Pinochet: "Las fronteras de Chile terminan donde llega el cobre".

Slim y Emilio Botín se llevan a partir un piñón. Cuando el mexicano viaja a España, donde afirma que le tratan muy mal, o cuando Botín visita México, no falta la reunión entre ambos magnates. Slim tiene la obsesión de que el futuro está en las infraestructuras, tanto energéticas, como bancarias o de telecomunicaciones, así como en la infraestructura más importante de todas: las infovías. Su última obsesión: entrar en el negocio televisivo a través del cable (fibra óptica o ADSL, que es lo mismo). Su gran rival en el mundo hispano, es, por supuesto, Telefónica.

Por su parte, su consuegro González es el hombre idóneo para actuar como maestro de ceremonias en tan magno acontecimiento. González es la referencia histórica de los líderes hispanos de talante dialogante, que no revolucionario. Porque la Trilateral hispana está más cerca de Néstor Kirchner, Lula, Michelle Bachelet, Tavaré Vázquez o Alan García que de los revolucionarios del tipo Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa. Es lógico, estos consideran que la clave es controlar el dinero público, mientras que la Trilateral de Slim prefiere controlar el dinero público desde la esfera privada. Unos y otros adoran el monopolio y el oligopolio, pero difieren sobre si ese oligopolio debe ser público o privado. Todos son de izquierdas, claro está, pero los primeros son populistas, los segundos progresistas.

Una peculiaridad de esta Trilateral, que en nada se parece a otras instituciones de raíz anglosajona, como el Foro de Davos, es el carácter familiar. No lo olvidemos, a Chile viajan esos 70 multimillonarios pero acompañados de sus hijos: estamos ante una, multilateral dinástica, o sea, que al parecer valora mucho a la familia... o al menos familiariza mucho el valor y los valores.  

Ni que decir tiene que aunque Slim pretende que el Senado controle los sectores estratégicos de la economía iberoamericana lo hace, la igual que sus pares, con un sentido muy filantrópico. Por eso, el Encuentro dedicará especial atención a la Responsabilidad Social Corporativa, un concepto cada vez más empleado por el hombre de Telmex, a quien se adjudica una fortuna personal valorada en 30.000 millones de dólares. Una RSC que exige "mantener en alta estima social" el papel de los empresarios. Esto es muy importante.