Gerardo Díaz Ferrán y Juan Jiménez Aguilar, representan, no dos estilos de mando, sino dos ideologías y dos intereses distintos.

Ideología: El hombre de Marsans es un millonario, un gran empresario -cuya fortuna se ha engrosado succionando del Erario público, pero esa es otra cuestión- que quiere que la CEOE sea un lobby de grandes compañías. No olvidemos que las grandes empresas tienen intereses muy distintos de las pequeñas, y no digamos nada de los emprendedores y autónomos, que crean el 90% del empleo del país.

Por contra, Juan Jiménez Aguilar es un asalariado, y se siente representante de todas ellas PYMES y micropymes. Por ahí, no podía haber entendimiento. Jiménez Aguilar considera, además, queda la politización de las cámaras de comercio, dirigidas por el ex ministro socialista Javier Gómez Navarro, íntimo de Marsans y dedicados a las grandes empresas, es la CEOE la que debe recoger el testigo de lo que realmente preocupa a las micropymes y que consiste, principalmente, en cuotas sociales, impuestos y periodos de pago y burocracias varias.

En segundo lugar: los intereses, que son más poderosos que las ideas. Para Jiménez Aguilar, el enemigo de las PYMES es el Gobierno (se equivoca, la PYME tiene dos enemigos: Gobierno y gran empresa), y su deber es exigir menos cuotas, menos burocracia, y menos persecución al diminuto. Por contra, Díaz Ferrán ha basado todo toda su trayectoria profesional en las relaciones políticas, gracias a las cuales se ha hecho multimillonario.

¿Quién ganará? En mi opinión Ferrán, que no en vano tiene una guardia de corps, encabezada por su socio, el vicepresidente Pascual y su cuñado, el presidente de CEIM, Arturo Fernández, que actúan como un verdadero lobby dentro de CEOE.

Pero no sólo por eso: Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual han realizado toda su profesional pegados al poder. Fueron sus relaciones familiares con el ex presidente del Gobierno con Franco, Carlos Arias Navarro, quienes les facilitó las primeras concesiones de transportes, más tarde darán el salto con Viajes Marsans, regalo del precitado ministro de Comercio de Felipe González, Javier Gómez Navarro. Llegó Aznar y la SEPI de Ruiz Jarabo les regaló Aerolíneas Argentinas más 758 millones de euros para reflotarla (que ahora están en un juzgado madrileño por desvío de fondos públicos). Esperanza Aguirre les llevó a la poderosa Cámara de Comercio de Madrid -¡Qué peligro!- y a la CEOE, pero el PSOE siguió teniéndoles bien cogidos con Aerolíneas.

Se lucraron con Spanair a la que utilizaron como complemento de Marsans, y con todo el apoyo público, especialmente el prestado por su íntimo Gómez Navarro (todo va de ‘navarros'). Por último, ZP está feliz con Ferrán controlando la patronal, porque le debe muchos favores, especialmente su defensa espuria -porque el PSOE se sabe mejor que nadie el caso- de su posición en Aerolíneas Argentinas, empresa que han vaciado y dejado en situación de quiebra a pesar del dinero recibido tanto del Estado español como del argentino.

En definitiva, Ferrán y Pascual dependen del PSOE, Jiménez Aguilar no, y les puedo asegurar que firmará cualquier acuerdo con el Gobierno, beneficie o no a los empresarios y se dejará fotografiar cuantas veces sea necesario con Zapatero, como hizo en julio, sin consultar a los órganos de la órganos de la CEOE, dicho sea de paso, y cuando más necesitaba el presidente del Gobierno una foto con los agentes sociales.

Sí, con Díaz Ferrán y si Jiménez Aguilar cae definitivamente, la CEOE estará en manos de La Moncloa y al servicio del Gobierno socialista. Y todo esto es una gran paradoja: porque tanto Ferrán como Pascual consideran que Manuel Fraga es un peligroso liberal de izquierdas.

Eulogio López

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