Dice Benedicto XVI, desde el lunes 16 ya octogenario, que la frase "Jesús, confío en ti", resume la fe del cristiano. Y es que su cumpleaños coincide con la fiesta de la Divina Misericordia, segundo domingo de Pascua, instaurada por su predecesor en el solio pontificio. Son las cuatro palabras que resumen todo el credo cristiano, toda la ascética y las mística y la teología juntas, un grito que lanzara la polaca Faustina Kowalska (es decir, Faustina la hija del herrero). A uno sólo se le ocurre añadir que otra de las revelaciones a Santa Faustina, canonizada por Juan Pablo II aseguraba que tras el tiempo de la misericordia llegará el tiempo de la justicia divina, tribunal en el que, a pesar su rigor, no está metido Baltasar Garzón ni el fiscal Fernando Burgos, lo que siempre supone una garantía de ecuanimidad. Pero, quizás por ecuánime, más temible. Y si consideramos que Benedicto XVI ya ha cumplido los 80, y que algunos milenaristas sensatos aseguran que nos encontramos ante el último Papa previo a la última etapa, bueno, el asunto cobra una especial relevancia.

Siempre he dicho que Benedicto XVI es algo mucho más importante que un gran teólogo: es un gran periodista. Su capacidad para resumir los abstrusos en imágenes, en titulares, siempre me ha llamado la atención. Dos ejemplos:

Al periodista Peter Seewald, le expuso la anécdota de aquel jefe de poblado iberoamericano quien le confesó a su obispo algo parecido a esto: "Les estamos muy agradecidos, ahora en el pueblo tenemos luz y agua corriente y vivimos mejor. Pero como también queremos tener una religión hemos decidido hacernos protestantes".

La segunda no es menos instructiva, aunque no es un hecho, es la parábola del Buen Pastor, según el prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Es decir, la historia de aquella ovejita perdida que el Buen Pastor se coloca sobre sus hombros, pero que, lejos de mostrarse agradecida, decide morder el cuello del bonísimo guardián, mientras grita a quien quiera oírle que la están secuestrando y que el susodicho buen pastor, antes citado, es un mafioso dedicado a la trata de blancas (esto último es aportación mía personalísima. Nada que ver con el Santo Padre). Y así, cuando, por fin, agotado y confuso, el buen pastor llega a la meta… se encuentra con el aprisco vacío, porque las 99 ovejitas restantes, han decidido irse a la parroquia de San Carlos Borromeo, para atender a los necesitados con una eucaristía progresista, compuesta, a partes alícuotas, por rosquillas, licores y el Gran Wyoming (éste ultimo como parte de los convidados, que no del banquete) y donde, en lugar del periclitado Evangelio se leen los ecuménicos artículos de José Manuel Vidal y Juan Bedoya.

Pues bien, en su octogésimo aniversario, Benedicto XVI ha decidido obsequiarnos con la exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis. Teólogos tiene la Iglesia que sabrán extraer la recontraenjundia de un texto, por lo demás muy inteligible, pero yo me quedo con estas palabras: "Todos los sacerdotes deben dedicarse con generosidad, empeño y competencia a la administración del Sacramento de la Reconciliación. A este propósito se debe procurar que los confesionarios de nuestras Iglesias estén bien visibles". De ellos debo deducir que, según el Papa, se confiesa poco, también porque los curas se muestran remisos a hacerlo. Por ejemplo, conste que esto es mío, por la perniciosa costumbre de no confesar salvo antes de las misas.

De toda la Exhortación destaco este punto porque es el que no he visto citado en los medios informativos. Y así, podemos concluir de la siguiente guisa: ¿Qué es información? Aquello que los medios de información esconden".

Y esto es bello e instructivo. ¡Feliz Cumpleaños, Santidad!

Eulogio López