La difusión de las viñetas de Mahoma en varios rotativos daneses es una oportunidad para evidenciar la impotencia de Occidente, su torpeza para preservar los valores que pregona, cuando la confesión injuriada sea la cristiana. La reacción ante la sentencia acordada por los sectarios islamistas ha residido en amparar la libertad de expresión, que siempre debe estar sujeta a la propia dignidad del hombre. Instituciones mundiales han afirmado que «la libertad de expresión debe respetar las creencias religiosas». Pasma que no se desvelen por levantar un chillido cuando la religión cristiana y sus símbolos son ultrajados. Si apareciera una pandilla de cristianos que amenazasen con aniquilar a quienes se aventuren a afrentar sus creencias evidenciaríamos que todos los que han difamado a la religión cristiana se callarían por cobardía. En España se han promovido obras de teatro blasfemas o se ha exhibido en un programa televisivo cómo «se cocina» un Cristo. Nuestro Código Penal plasma las prevaricaciones frente a los sentimientos religiosos; pero la urgencia de la legislación se suspende cuando se insulta a la fe cristiana. Clemente Ferrer Roselló clementeferrer@yahoo.es