Considera que la UE y el G-8, ambos presididos ahora por Alemania, deben protagonizar la lucha contra la pobreza
Algunos economistas y muchos empresarios se echarán las manos a la cabeza, pero el Papa ha sido muy claro: hay condonar, y de forma incondicional, la deuda a los países más pobres del planeta. La doctrina dominante en el mundo político y económico es, precisamente, la condonación condicionada, ya sea a la erradicación de la corrupción o al intercambio de esa deuda por otras medidas. Pero el Papa ha sido mucho más tajante. El jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano considera que dicha condonación, así como la ayuda al Tercer Mundo, que concreta en una serie de medidas, es una exigencia moral consecuencia de la pertenencia de todos los seres humanos a la misma familia humana.
El Papa menciona algunas enfermedades, como la malaria, la tuberculosis o el SIDA- como campo de batalla urgente, donde el mundo desarrollado debe hacer un esfuerzo mucho mayor que el actual. Por lo demás, y en línea, con la doctrina tradicional del Papado, Benedicto XVI, denuncia el comercio de armas, ojo, tanto el ilegal como el legal. Al tiempo, aplaude el proyecto de terminar con la pobreza extrema para el año 2015.
Todas estas propuestas figuran en una carta enviada por el pontífice a su paisana, la canciller alemana Ángela Merkel, el pasado mes de diciembre, pero que ha sido publicada ahora. Por cierto, el vaticano afirma que la canciller alemana ha aplaudido las propuestas papales y prometido que las planteará en los dos organismos que, según Benedicto XVI, deben servir de guía en la lucha contra la miseria: la Unión Europea y el G-8.