Por ello, la firma alemana aborda un intento de dignificación corporativa
Hasta la compra de Schering, Bayer era considerado un laboratorio limpio, la multinacional de la aspirina. Pero la codicia perdió a su equipo directivo: pagó nada menos que 16.300 millones de euros por la firma Schering, dedicada al monocultivo de la anticoncepción y ahora líder mundial en la producción de la Píldora del Día Después (PDD), el mayor chollo mercantil, vendido bajo al gran mentira de que no es abortiva (lo es).
Para limpiarse las manos, Bayer ayer ha iniciado una campaña de imagen corporativa, aumentado su presupuesto publicitario, aunque -como es habitual cada vez que se incrementa el gasto publicitario en una multinacional- redujo plantilla, para ser exacto 6.000 despedidos, al tiempo que trata de superar su tradicional opacidad, con noticias como la publicada en la mañana del lunes 30 de abril. Desde luego, la campaña es ahora más necesaria que nunca, porque una cosa es advertir que Bayer está por encima de dilemas morales, y otra cosa que accionistas, analistas, trabajadores y, sobre todo, clientes, piensen lo mismo.