El presidente de los Estados Unidos estudió en Harvard, en Boston, un lugar donde existe una importante y gazmoña comunidad atea -liberal, si lo prefieren, en terminología norteamericana- con un pensamiento anticatólico -y, en general, anticristiano- de lo más beligerante.
Se ve que aquello le imprimió carácter. El presidente de los Estados Unidos, que perdió las Elecciones al Congreso por su actitud tibia frente a la construcción de una Mezquita junto a la zona cero, está retirando todo apoyo financiero público a las organizaciones católicas.
Según informa la web Religión en libertad su política social sigue una consigna: "Todos, excepto los católicos". Los obispos norteamericanos no podrán recibir fondos si no se pliegan a la cultura de la muerte. Así, por ejemplo, Office of Migrations and Refugee Services, el organismo no gubernamental de atención a emigrantes y refugiados más importante de los Estados Unidos, impulsado por los obispos norteamericanos, que atendía al 26% del total de inmigrantes llegados a Estados Unidos, ha dejado de recibir apoyo, pese a que se ocupaba de temas tan importantes como la lucha contra la prostitución entre las mujeres inmigrantes y el comercio de órganos, cubriendo un campo que el Estado no alcanza a resguardar, incluso en aspectos como el combate de la prostitución de mujeres inmigrantes y el comercio de órganos.
Precisamente por esa labor el Office of Migrations and Refugee Services había recibido apoyo económico del Departamento de Salud y Servicios Humanitarios de los Estados Unidos. Pero ahora los fondos irán a parar la US Committee for Refugees and Immigrants y a la Heartland e Tapestry, una organización más preocupada por el multiculturalismo que por asuntos de índole más práctica.
Sara Olivo
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