El problema de la teoría del mal menor es que es eso: una teoría, no una ley.

Recibo -mañana del jueves- este comunicado de e-cristians, de lo que deduzco que la teoría del mal menor es un virus peligrosísimo para la estabilidad psíquica de los pueblos.

Vamos a ver: Yo no quiero que se aplique la ley del aborto: lo que quiero es que no se aplique, que no se asesine a ningún inocente, y me importa un ardite que el homicidio se perpetre en centros públicos o privados. Si se asesinan 1.000 no estaré más contento que si asesina a 100.000, sino menos triste.

Es lo mismo que ocurrió con el gaymonio o con la matanza de embriones. No me basaron que a las uniones homosexuales no se les llame matrimonio. La homosexualidad en sí, se la eleve o no a matrimonio, es una aberración. No voy a perseguir a los homosexuales -porque son personas- pero tampoco me voy a callar ante la barbaridad homo.

Y lo mismo con los embriones. No me alegraría, aunque me dolería menos, que en España se aplicara el sistema alemán: fecundación de un sólo óvulo, para evitar embriones sobrantes congelados y abortos selectivos. Pero no me alegraré de que los embriones ya congelados se utilicen como cobayas de laboratorio -por ejemplo, por nuestro nunca bien loado ministro de Sanidad, Bernat Soria-, y sólo admitiré salvar a todos los embriones, porque todos poseen su identidad genética personal... porque son personas. Hay que salvarlos a todos, sin condenar a ninguno.

En España, muchos tienden a pensar que el PSOE es el mal y el PP el mal menor. Puede que sea así -no lo creo, pero dejemos eso-, pero no se puede elegir entre mal y mal menor. Éticamente, la única salida es elegir el bien posible. Te sientes mucho mejor.

e-cristians ha tenido momentos más felices.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com