Es sabido que la relación entre el alcalde capitalino, Alberto Ruiz Gallardón, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, no es nada pacífica. Pero esta vez la bronca ha llegado al Samur Social, una institución conveniada y compartida entre la administración municipal y la autonómica.

Sin embargo, las relaciones no han sido lo buenas que sería deseable y la concejala de Asuntos Sociales, Ana Botella, ha optado por romper amarras y desvincularse de la Comunidad de Madrid. Desde hace un mes el Samur Social se ha independizado de Espe y ha regresado a dependencia jerárquica exclusiva del Ayuntamiento. Una nueva bronca en la que los paganos son como siempre, los ciudadanos, esta vez, los más desfavorecidos.

No es la primera desavenencia, porque Botella y Aguirre ya se habían enfrentado a cuenta de la prostitución. Mientras que Ana Botella optaba por la reinserción e ideó un plan para la liberar a las prostitutas de los chulos, Aguirre consideraba que era necesaria la legalización. Son los dos modelos, el conservador y el liberal, Aznar y Rato. Y Espe parece claramente posicionada en el bando liberal del partido, el liderado por un Rodrigo Rato que amenaza con regresar. Y así es como Espe marca prudente distancia con el aznarismo de FAES y el marianismo de Génova. Todo, a la espera de que el batacazo de don Mariano, le abra la puerta de su oportunidad.