La obra pública no será capaz de amortiguar la desaceleración de la inversión

La formación bruta de capital se ha situado en España en el 30%, muy por encima de lo razonable en los países de nuestro entorno. "De economía en vía de desarrollo" ha llegado a decir Solbes. ¿Por qué? Jamás hemos contado con tipos reales tan bajos y un colchón de una moneda única. La cosa tenía un inconveniente: la necesidad de financiar en el exterior el 10% de ahorro deficitario. Y mientras los mercados financieros estaban tranquilos, todo iba bien. Ahora no; el modelo es sencillamente insostenible.

Según los datos del Banco de España (que Recarte considera una "subdelegación de la Oficina económica de Moncloa"), la formación inversión de capital ha caído en el 2007 del 13 al 8% "sin que parezca preocuparle demasiado". El índice sintético facilitado por el ministerio de Economía se sitúa en el 2,8% por lo que Recarte pronostica que si la tasa de inversión desciende en un año al 24% "tendremos una recesión de caballo". El crecimiento económico se situaría por debajo del 1%. En cambio, si el ajuste se produce en varios años, tres por ejemplo, podríamos permanecer planos durante ese tiempo, "y después, ya veremos".

La buena noticia es que el déficit exterior se corregirá al 4%. La mala noticia es que la obra pública del Estado no conseguirá tirar de la economía. Del 30% de la inversión, sólo el 5% es público, sumando estatal, autonómica y local. El círculo pernicioso es que los promotores no invierten porque no se vende, las familias no venden porque están sobre-endeudadas, como no se invierte, no se crea empleo, como no se crea empleo, no se venden pisos, etc. Para colmo, los ingresos de las CCAA son "procíclicos", es decir, ingresan cuando las cosas van bien, pero dejan de ingresar cuando el ladrillo se desacelera. Y eso significa que las CCAA también frenarán sus proyectos de inversión. Así que la conclusión de Recarte es clara: frente a un Zapatero que prevé crear 500.000 empleos y desacelerar suavemente la vivienda al 10%, el consejero de Caja Madrid prevé "un ajuste mucho más rápido; soy más lúgubre y negativo", concluye.