El líder convergente pactaría de buena gana con la ERC de Carod si le permiten salvaguardar la Presidencia de la Generalitat El peligro de ruptura entre Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) y Unión Democrática de Cataluña (UDC) siempre ha sobrevolado como un fantasma indeseado sobre la coalición CIU, pero en estos meses preelectorales de 2007 se han acentuado las diferencias. Quizás porque poco antes de las Generales de 2004 CIU perdía la Generalitat, y desde entonces sólo ha cosechado desastres, el penúltimo el 1 de noviembre de 2006, cuando contra todo pronóstico Montilla reeditó el Tripartito y luego con las municipales del 25 de mayo.

Donde no hay harina todo es mohína, así que Duran Lleida y Artur Mas ya ni se preocupan en esconder sus diferencias. Mas está obsesionado con recuperar la Generalitat y Durán con pactar con el Gobierno -sea socialista o popular- y convertirse en ministro de España, a ser posible de Exteriores. Las ambiciones de uno y otro son tan distintas que, realmente, resulta difícil llegar a un acuerdo entre ambos.   

Ahora bien, la única forma de romper la actual situación de poder es que CIU gobierne Cataluña en coalición  con los republicanos independentistas de ERC con Carod. Esta es la cuestión, y sólo choca con la dificultad de que Carod no está dispuesto a cederle a Mas la Presidencia de la Generalitat. Al socialista Montilla sí, pero a Mas, jamás.

Mientras, los nacionalismos independentistas -PNV, el Bloque Gallego y buena parte de CIU- intenta coordinar su actuación tras los comicios -o sea, sumar sus escaños- para doblarle el pulso al Gobierno de Madrid, sea popular o socialista.