Pero no, Rajoy ya ha pasado la etapa almuniana y se adentra ahora en la etapa llamazariana, es decir, empieza a adquirir los perfiles del líder de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares. Es decir: no me voy ni aunque me echen. Llamazares ha enlazado una derrota electoral con otra, pero tras cada fracaso ha sabido mantener el sillón, tarea para la que se necesita mucha pericia y buen hacer. Al final, ha quedado relegado a cinco diputados, de los cuales sus colegas catalanes aportan dos, pero eso sí, él mantiene uno de los tres sillones restantes.
El problema de Rajoy es que no tiene convicciones firmes, sino principios acomodaticios a cualquier situación. No digo que sea un frívolo, sólo digo que lo parece. El problema de los frívolos es que suelen ser muy poco fructíferos en política, en contra de lo que se pueda creer, por la sencilla razón de que lo que más despista al votante es no saber qué está votando, y, en especial, a quién está votando.
Pues bien, a día de hoy, a Rajoy sólo le preocupa mantener el cargo y neutralizar a cualquier enemigo interno al tiempo que evitar toda tentación sobre un regreso de José María Aznar. Una de las cuestiones más llamativas de la actual política española es que el PP no haya logrado rentabilizar la desastrosa gestión del Ejecutivo Zapatero, cuya imagen de incompetencia no ha hecho más que nacer.
Por todo ello, es preciso romper el Partido Popular. Ahora, en principio a tres años del a próximas generales. Es preciso recuperar una serie de valores, como el respeto la vida, la familia, la libertad educativa o una política económica tendente a la justicia social, unos valores que comparten muchos millones de españoles y que, se quiera o no, son valores cristianos. El propio Partido Popular, y hasta parte del Partido Socialista, está roto por el empeño de Zapatero en resquebrajarlos: divorcio Express, matrimonio gay, y, en breve, proscripción de la religión y eutanasia.
Es este el momento en que unir a una serie de partidos, minoritarios sí, como Familia y Vida, Partido Social Europeo, Solidaridad Internacional, PADE, Alternativa Española, etc. A lo que habría que unir a políticos del PP y del PSOE con conciencia doliente por lo que hacen sus mayores. Y junto a ellos un grupo de asociaciones familiares, educativas y de defensa de la vida, casi todas ellas agrupadas en torno al Foro de la Familia (la cúpula del Foro sigue controlada por gente próxima al PP), más un grupo de personalidades sociales, científicos, humanistas e intelectuales, hartos de la podredumbre vigente, tanto en la derecha como en la izquierda. Algunos dicen que eso sería la resurrección de la Democracia Cristiana de la postguerra. Puede, pero el caso es que la tarea urge. Empecemos con una coalición de partidos políticos extraparlamentarios con ese poso común.
Eulogio López