Sr. Director:
"El enfado calla y otorga hasta que harta". 

 

Sin fecha en el calendario ni con alerta de previo aviso, ha estallado la paciencia. Tras los cientos de primeros valientes que indignados salieron un día a la calle quedándose al raso de su noche para ilustrar la queja que universaliza al país, un debate sobre el estado de la nación se abrió en canal para la conciencia común.

Como de repente y todo lo inesperado, una "quedada" desenfadada, tirada con red social, está marcando el ritmo sin rumbo del futuro inmediato de nuestra sociedad. Indignados pero contentos deberíamos sentirnos gracias a estos gladiadores que con el arma del diálogo razonado y con el alma llena de esa coherencia que abruma al intentar paliar los excesos y reconducir los derechos mal adiestrados, siguen decididos a mantener la queja sin consecuencia.

Falta hacía que jóvenes sobradamente preparados se convirtieran en  ocasionales antisistemas discordantes y dieran una lección de formas ante la deformada e insostenible normalidad estipulada.

La realidad tal y como ha acontecido durante estos cinco últimos años ya es pesada historia pisada por el invasivo capitalismo español, ese que sedujo a quien más quería de lo que sobraba y arruinó a quienes necesitaban algo al menos de lo que nunca tuvieron.

Esto no ha hecho nada más que empezar. También mañana se sumará a esta revuelta el pensionista aunque no tenga salud para rasear con cartones la noche, al otro el funcionario mileurista que confecciona la nómina minada de ceros de su inmediato y mediocre superior, al siguiente el embargado hasta las cejas, más tarde el separado descompensado y el autónomo sin contrato, le seguirá después el transportista sin carburante y así  hasta que gremio a gremio, causa a causa, la calle muestre la contagiada queja y acalle la duda de lo puntual y pasajero. ¿Alguien no se siente indignado? …"Quién no se sienta indignado, que tire su primer millón o lo invierta para todos". 

Será entonces cuando las huelgas generales, en un principio intermitentes,  produzcan los primeros bloqueos sistemáticos y causen peligrosas emociones e imprevisibles actos de supervivencia.

No es el caos el fin, pudiera ser el principio de un nuevo estilo de vida. ¡Por cierto!, al margen de la coincidencia de elecciones y reflexiones con este movimiento civil, ¿no han echado de menos una comparecencia o discurso por parte de nuestro gobierno y/o realeza?... por lo menos para calmar a quienes todavía les quede mucho por perder.

El miedo se agota cuando empieza a crecer la ilusión y esto es lo que el pueblo, que ya teje una conciencia y empatía común, está cultivando y gota a gota regando por las calles de la queja y las plazas de la indignación. 

Una nación indignada es más fuerte que el sinfín de normas de un político a sueldo y de una seguridad asustada.

Sólo hay dos soluciones y una buena decisión: repartir mejor la tarta aunque sólo haya guinda para algunos o quitar las guindas al pastel.

Con tanto paro, "política-vice" y menos posibilidades… ¿qué esperaban?...

Oscar Molero Espinosa