Ya no es sólo Hispanidad quien denuncia la censura de global de Twitter, Google y Facebook, cada vez somos más. Por ejemplo, países como Polonia o Rusia. Y ahora, uno de los diarios con más tirón y más influyente de Occidente, el Wall Street Journal (JSW), levanta la voz contra Facebook: no admite que el señor Mark Zuckerberg haya calificado como bulo crónicas sobre el Covid.

El mensaje del WSJ a los ignorantes hombres de lápiz rojo de Facebook, criados en la filosofía del Nuevo Orden Mundial (NOM) -que tan bien resume Barack Obama-, es decir a “verificadores” (es decir, censores) de la red social, es muy sencillo: ustedes no son quienes determinan lo que se puede decir y lo que no se puede decir. Y mucho menos, lo que es científico y lo que no lo es.

Hispanidad ha sido censurado por los “verificadores” -censores- de Facebook, por el simple hecho de ser cristiano. Pero no nos vamos a callar como hacen otros, ni vamos a suplicar a los desgraciados de Facebook que nos dejen demostrar nuestra inocencia, esto es, nuestra lealtad perruna a los principios perversos del Nuevo Orden Mundial (NOM), que de eso estamos hablando.

En España. Como ya hemos informado, los ‘verificadores (censores) que Facebook emplea -y que para su vergüenza financia George Soros- son tres: EFE Newtral y Maldita.es.

El WSJ reprocha a Facebook que sus “verificadores” -o sea, censores- decidan qué es científico y qué no lo es

EFE: ¿qué se puede esperar de una agencia pública controlada ahora por el sanchismo? Newtral, la familia de los periodistas García Ferreras y Ana Pastor -el acabose de la ecuanimidad periodística- y Maldita.es, otro subproducto salido del, a su vez, subproducto La Sexta, que, como es reconocido, es otro prodigio de imparcialidad periodística.

Hispanidad ha sido censurado de forma global en Facebook mientras se impedía a los lectores compartir cualquier crónica de este diario. 

Al mismo tiempo, en seguimiento de los mismos dictados progres y políticamente correctos del NOM, Google cambió su algoritmo a principios de diciembre para beneficiar, por ejemplo, a las páginas pornográficas y perjudicar a las periodísticas. Es decir, que Google y Facebook son como ya hemos dicho, parásitos (no hacen información, la copian), ladrones y, ahora, censores de la prensa en modo políticamente correcto. Y según los criterios que marca George Soros, los criterios política y universalmente correctos. Se trata de unos criterios en los que el Cristianismo no tiene cabida alguna.

El último de estos mandamientos progres consiste en decidir qué es lo científico y qué no lo es. Eso, en plena era Covid, con una agenda estúpidamente cientifista, que secundan como cotorras los sanchistas en España. Ejemplo: en la rueda de prensa de la noche del miércoles 10, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, volvió a repetir, machaconamente, que el Gobierno, en la lucha contra el Covid, sólo se guía por “evidencias científicas”. Señora, si son evidencias no son científicas y si recurrimos a la demostración científica es porque no se trata de algo que se ve, de algo evidente. Decir “evidencia científica” es como decir círculo cuadrado, una contradicción en sus propios términos.

Y de evidencias científica, como Facebook, presume un Gobierno que se inventó un Comité de expertos, de científicos, que no existía. Ni tan siquiera se ha molestado en disculparse por ello. Antes bien persisten en el error.

Pues bien, Wall Street Journal (WSJ) no está dispuesto a que el feroz ignorante Mark Zuckerberg decida lo que el diario puede o no puede decir.

Hispanidad no es el Journal pero haremos exactamente lo mismo. Atenderemos a nuestra conciencia y también a la ciencia, no al tonti-cientifismo de Mark Zuckerberg, Soros o Clara Jiménez

Modestamente, en Hispanidad, que no somos WSJ, y a pesar del ninguneo al que nos someten tanto Google como Facebook, haremos exactamente lo mismo. Atenderemos a nuestra conciencia y también a la ciencia. No a Mark Zuckerberg ni a Clara Jiménez. Ya saben: más vale honra sin barcos que barcos sin honra. Y tras 25 años de travesía, no tenemos la menor intención de cambiar. Tendremos menos lectores, pero serán mejores.

Internet nació en los años noventa del pasado siglo como un paraíso de la libertad de expresión. Pero permitimos que medraran los monopolio tipo Google o Facebook. Ahora debemos luchar para que su censura no convierta el paraíso en un infierno.