La frenética vida que llevamos, fundamentalmente los que vivimos o trabajamos en una gran ciudad, está perfectamente reflejada en el drama social A tiempo completo que narra el intrincado día a día de una mujer divorciada, con dos niños pequeños, que vive en un pueblo a las afueras de Paris, a quien el transporte público complica su existencia más aún cuando éste se pone en huelga.

Pocas veces un drama social ha plasmado con tanto realismo, pero también sensibilidad, la difícil conciliación laboral entre maternidad y el trabajo. En este film, como hace unas semanas en otro excelente estreno francés En un muelle de Normandia, las protagonistas son mujeres de la calle, trabajadoras invisibles a las que maltratan sus jefas en una sociedad deshumanizada, pero frente a ese film aquí Julie no encuentra demasiado apoyo ni compañerismo.

Además, se menciona sutilmente, la difícil recolocación de gente madura sobrecualificada que debe eliminar de su curriculum parte de su preparación para que le acepten en trabajos menores y no le rechacen de antemano.

Película sensorial, donde la banda sonora electrónica ambienta perfectamente la estresante vida de Julie, el film de Éric Gravel consigue traspasar la pantalla al hacer palpar al espectador la angustiosa vida de su protagonista, una mujer con pocos amigos, que sufre la soledad y se siente “mala madre” porque no atiende a sus dos hijos como ella desearía.

Portentosa la actriz Laure Calamy, puesto que sobre su actuación recae el peso de esta película.

Para: los que quieran ver un drama social creíble y de calidad.