El famoso detective Poirot, ahora jubilado, vive en la ciudad de Venecia cuando es requerido para investigar la misteriosa muerte de una joven de clase social alta, cuyo cuerpo ha sido rescatado en uno de los canales de la bella ciudad italiana. Igualmente asiste a regañadientes a una sesión de espiritismo, en un palazzo en ruinas, donde uno de cuyos invitados es asesinado, algo que le obligará al detective a introducirse en un mundo lleno de secretos.

Tercera película y cierre de la trilogía que el director y cineasta británico Kenneth Branagh ha dedicado al detective Hércules Poirot, imaginado por la escritora Agatha Christie.  Aunque la publicidad anuncia que está basada en la novela “Las manzanas”, lo cierto es que pocos elementos encontrarán de la obra literaria, ya que Branagh se ha tomado muchas libertades narrativas e, incluso, ha introducido un toque sobrenatural. Asombra, eso sí, que en esta versión , Kenneth Branagh componga a un Poirot incrédulo y poco creyente, cuando en las obras literarias, y en algunas versiones televisivas muy fieles a la obra literaria, se constatan las firmes creencias católicas del detective belga.                                                                           

A pesar de ello, aunque no estamos ante un relato al uso de Poirot, se trata de una entretenida película de suspense y terror.

Escrita por el nominado al Óscar, Michael Green, que también intervino en las dos películas anteriores de Poirot firmadas por Branagh, es decir en Asesinato en Orient Express y Muerte en el Nilo, el desarrollo de la historia cuenta, como en las mencionadas, con un reparto coral, un suspense muy acertado y con instantes efectistas propios del género de terror que funcionan de forma correcta. También ayudan al buen deslizamiento del relato los excelentes trabajos en áreas técnicas a cargo de consagrados profesionales. Podrán observar un atractivo y subyugante diseño  de producción de John Paul Kelly (La teoría del todo), una banda sonora vibrante de la compositora Hildur Guđnadóttir que realizó un trabajo destacado en la serie televisiva “Chernobyl, sin olvidar la bellísima fotografía de Haris Zambarloukos, aunque este lo tenía fácil porque ha rodado en bellos parajes interiores y exteriores de la ciudad de los  canales. Nunca, desde luego no en la realidad, Venecia se vio tan bella y con tal aire de misterio.

Para: los que les gusten las películas de misterio.