En el París de 1935, dos jóvenes amigas, una actriz y una abogada que pasan graves apuros económicos, se ven en el mayor aprieto de sus vidas cuando la primera es acusada del asesinato de un productor de cine. Lejos de amilanarse optarán por una defensa tan original que cuestionará aspectos del funcionamiento de la sociedad.

Muy divertida, el tema de los abusos sexuales en el mundo del séptimo arte (un tema que ocurrió desde los inicios) planea en esta farsa ingeniosa y de temática actual, donde se ríe del afán de algunas personas  por triunfar y llamar la atención a cualquier precio pero, sutilmente, de la justicia humana. Los diálogos están cuidadísimos y, durante el proceso, los argumentos esgrimidos por la protagonista no tienen desperdicio.

Al lado de dos jóvenes actrices emergentes del cine francés Nadia Tereskiewicz y Rebecca Marder, aparecen en papeles secundarios estrellas veteranas del cine francés, como son Danny Boon, André Dusollier , Fabrice Luchini e Isabelle Huppert. Se agradece que a esta fantástica actriz, a la que hemos visto en tantos dramas, Ozon le haya reservado un papel tan divertido.

Resulta eficaz y sencillo la mezcla de secuencias en color con otras en blanco y negro, estas últimas para ofrecer las escenas ocurridas en el pasado, mientras que  la banda sonora, obra de Philippe Rombi (Bienvenidos al norte), es fantástica al igual que la fotografía, de Manu Dacosse. 

Por cierto, pocos directores actuales tienen una filmografía plagada de películas tan heterogéneas como el director galo François Ozon porque, además de un genial drama como Frantz,  tiene otros filmes donde saca a la luz su  mirada  más perversa (En la casa o Joven y Bonita). Con esta cinta cierra su trilogía sobre las féminas que incluye 8 mujeres y Potiche, y Mujeres al poder, siendo Mi crimen  la más graciosa. Es una libre adaptación de la obra teatral, Mon Crimen de Georges Berr y Louis Verneuil (1934).

Para: los que les guste divertirse en el cine.