A Vicent, el empresario de moda, una mañana se le avería su coche deportivo en una carretera de montaña, algo que frena su acelerado estilo de vida. Le socorre un hombre huraño, Pierre, que ha decidido vivir apartado del mundo moderno en medio de la naturaleza y que se ve obligado a dar hospitalidad al carismático empresario. La relación de amistad que se entabla entre ambos hombres cambia el futuro inmediato de los dos.

¿Es usted feliz? A esta pregunta no sabe responder, en un programa de televisión, un famoso empresario de éxito, Vincent, quien aparentemente lo tiene todo. Y sobre esa idea gira esta simpática comedia de Eric Besnard (DeliciosoPastel de pera con lavanda), que siempre lanza mensajes optimistas en sus películas y al que le gusta que sus films se sostengan en un duelo interpretativo entre actores que defienden perfectamente  sus personajes. 

Al siete veces nominado al César, Lambert Wilson, le va como anillo al dedo interpretar el seductor personaje de Vincent, en una historia donde hay varios giros argumentales que convierten este relato aparentemente simple en algo mucho más divertido. Al fondo, destacar las cosas importantes de la existencia y como dos personas de caracteres opuestos, que provienen de realidades distintas, construyen una relación sólida a partir de sus diferencias. Una lección existencial que debería ser extrapolable al mundo real.

Resulta delicioso ese choque de temperamentos y esos diálogos y situaciones ingeniosas que se desarrollan en esos paisajes idílicos de la Francia rural, toda una reivindicación de que se puede ser feliz con pocas cosas materiales pero, sobre todo, estando acompañado de seres humanos de gran calidad humana. A este respecto el personaje del bonachón Pierre, interpretado maravillosamente por Grégory Gadebois (El oficial y el espía) encandila y sus cualidades, en el campo manual, provocan envidia sana porque intuimos que la vida rural bien enfocada puede ser muy satisfactoria, algo que contradice el actual éxodo rural en toda Europa, llena de pequeñas poblaciones vaciadas, muchas veces consecuencia, como estamos viviendo actualmente, de la dificultad de sobrevivir en un mundo globalizado.

Para: los que aprecien las comedias optimistas, donde todo el mundo es bueno (en el fondo).