Inspirada claramente en las  comedias de aventuras de los años 80 como Tras el corazón verde y La joya del Nilo o, si lo prefieren, los dos largometrajes protagonizados por Kathleen Turner y Michael Douglas, que hicieron las delicias de millones de espectadores. La razón estriba en que mezcla humor, aventura y romance.  Y si no lo creen, y las recuerdan, reparen en la sinopsis de este film: la escritora Loretta Sage ha triunfado gracias a sus populares novelas románticas protagonizadas por un atractivo galán, cuya imagen aparece reproducida en todas las portadas y que, en la vida real, corresponden a Alan, un modelo cuya carrera se ha centrado en personificar al novelesco aventurero. Durante una gira para promocionar su nuevo libro, Loretta es víctima de un rapto por un excéntrico multimillonario que pretende que la autora le guíe hasta el tesoro de la antigua ciudad perdida sobre el que gira su último relato. Será entonces cuando Alan decida demostrar que puede ser un héroe en la vida real, lo que le llevará al rescate de Loretta.

Producida, entre otros, por la actriz Sandra Bullock, ésta tenía claro que tras la pandemia la gente necesitaba divertirse, y encontró en Chaning Tatum, al actor perfecto para encarnar al galán de esta aventura porque “Channing siempre está dispuesto a reírse de sí mismo; no encontrarás en él ni un gramo de engreimiento”. Pero la buena elección del reparto no se queda ahí porque en la piel del villano “pijo” y barbilampiño se ha metido Daniel Radcliffe (el inolvidable Harry Potter) aunque, sin duda, el personaje con más gancho de la película es el que interpreta Brad Pitt, que es totalmente “rompedor”.

El desarrollo de la cinta contiene secuencias graciosas pero, hagan apuestas, a que la que más se recuerda es aquella en la que Alan/Tatum tiene en su trasero un montón de sanguijuelas y, en esa situación, la remilgada escritora tendrá que apañárselas para quitárselas, tarea algo ardua. Algunos de los diálogos poseen mucha comicidad, tanto es así que La ciudad perdida parece un producto casi de marketing para entretener a un público familiar.

En un largometraje de estas características no hay demasiados mensajes profundos ni se pretenden, pero si hay uno bastante claro: “Las apariencias engañan”.

 Para. Los que les gusten las películas de cine de palomitas