Relato postapocalíptico que traslada a imágenes el best seller “Good Morning, Midnight”, de Lily Brooks-Dalton. En el mismo narra la odisea de Augustine, un solitario científico instalado en el Ártico quien, tras una catástrofe en la Tierra, se marca como objetivo el lograr que Sully y sus compañeros astronautas no regresen al planeta azul tras una exitosa misión espacial.

Desde hace unos años George Clooney se ha preocupado de hacernos saber que su atractivo físico fue una buena carta de presentación en el cine pero que, realmente, es un profesional con buena cabeza capaz de dirigir películas tan interesantes como Buenas noches y buena suerte o Los idus de marzo y tan entretenidas como Monuments Men.

Sus preocupaciones por la defensa de la naturaleza le llevaron a interesarse por la novela de contenido apocalíptico,  que ahora ha adaptado al cine reservándose para él mismo el papel protagonista, pero con un aspecto avejentado con el que resulta casi irreconocible.

No es la primera vez que Clooney se involucra en un film de ciencia ficción, donde los astronautas tienen peso en la trama, recuerden que actuó en Solaris o Gravity, pero nunca le habíamos visto dirigir un film tan angustioso, que pone en el punto de mira en las acciones, para el agresiones, que los humanos hacemos contra el planeta.

Con efectos especiales correctos, que repiten aventuras fuera de la nave espacial, y unos parajes maravillosos filmados en Islandia, en cuanto a la parte sentimental, quizás lo más significativo sea la reflexión sobre esas personas que optan por el trabajo en vez de por la vida personal y, al final, sólo encuentran un gran vacío…

La nostálgica banda sonora de Alexandre Desplat es bellísima y acompaña perfectamente toda la trama.

Tras estrenarse una pocas jornadas en las salas de cine puede contemplarse actualmente en la plataforma Netflix.

Para: los que les gusten las películas de ciencia ficción, tirando a apocalípticas