Supresión de vuelos entre Europa y EEUU: una tontería.
Las menospreciadas redes sociales, con todos sus excesos, que son muchos, especialmente los provocados por el anonimato, se han convertido en el mejor cauce –más que los medios informativos, para la libertad de expresión. Como siempre, con la libertad llega todo lo peor, sí, pero también todo lo mejor: ese es el juego. Y así, por las redes sociales corre la fábula sobre los muertos que ocasionó la peste y los muertos que ocasionó el miedo a la peste. Es justamente lo que ahora está ocurriendo con el coronavirus.
La penúltima noticia sobre la epidemia es que Donald Trump ha cancelado los vuelos procedentes de Europa. Es decir, ha aislado a Estados Unidos. Pues muy mal, señor presidente: ha entrado usted en el miedo y repite las mismas tonterías de la OMS: contra el coronavirus, aislamiento, como si encerrando a la persona fuera a detenerse la expansión. Además, el principio general es este: Más vale morir por coronavirus que de miedo al coronavirus, como en la fábula.
China, origen del coronavirus, da lecciones para luchar contra el virus
Insisto: si usted es creyente confíe en Dios y no en la OMS, como el obispo de Ars. Un católico con miedo resulta un católico curioso.
Si usted es ateo confíe en su propio cuerpo que será quien, al final, vencerá al virus, no el aislamiento ni la coacción a la gente. Incluso puede confiar en los médicos y en los químicos que darán con el tratamiento o la vacuna adecuados, pero no se obligue a confiar en la autoridades sanitarias, que no son sino políticos o médicos metidos a políticos, que corren de un lado a otro como gallinas mojadas y que, encima, le echan la culpa a la gente por no seguir sus instrucciones… imprecisas, cambiantes y agobiantes.
Y así surge el despropósito de aislar forzosamente a las personas, destrozar la libertad de las familias y mantener el disparate de las autoridades europeas de aislar el virus confinando a la gente o de someter a los ancianos a la esclavitud por la que sienten más miedo: la soledad.
Y todo ello acompañado de formas de cinismo que no se aceptarían si no viviéramos en una sociedad presa del pánico. Ejemplo: el esperpento de contemplar al Gobierno chino de Xi Jinping, la mayor tiranía del mundo, el origen del coronavirus, todavía no sabemos cómo ni por dónde, dar lecciones sobre cómo luchar contra la pandemia que ellos mismos han creado y propagado.
En España se impone la estadística de infectados, es decir, solemnizar lo obvio, y la peor combinación posible: miedo y ocio
Por otra parte, decíamos ayer que el pánico siempre crea violencia, porque rompe la armonía social y despierta el espíritu depredador del ser humano, Vamos, que se olvida la caridad. Pues bien, con la medida más estúpida de todas, el cierre de colegios y universidades, se ha logrado combinar pánico y ocio. Y como dice el viejo aforismo castellano, “cuando el diablo no tiene nada que hacer con el rabo mata moscas”. Las calles de Madrid se han convertido en pasto de jóvenes ociosos que desconozco si trasmiten el virus pero trasmiten su tedio forzoso, con aire retador. Suprimir el deporte, cerrar los museos y cualquier otras activida cultural, turística o gastronómica no detendrá el tedio y provocará mayor hastío... y más violencia.
¿Significa esto que el coronavirus va a remitir en España y en el mundo? No, naturalmente. Los afectados y la víctimas mortales van a subir durante los próximos días y el número de infectados seguirá en aumento… hasta que disminuya. Mientras tanto, y después lo mismo, lo que dicta el sentido común es seguir viviendo como siempre, ni más ni menos. ¿Que la higiene combate el Coronavirus? Sí claro, y el resto de infecciones. Además, eso de lavarse más no está nada mal, con coronavirus o sin el. Alguno descubrirá que el agua y el jabón no desgatan la piel.
Lo malo es que hay algunos que aprovechan el coronavirus para conseguir otros fines. Por ejemplo, para lanzar un ataque frontal contra la Iglesia católica y, en concreto, contra la eucaristía. El verdadero peligro está ahí, pero eso merece análisis aparte.
Más vale morir por coronavirus que
que de miedo al coronavirus.