Dos imágenes reales, la una del pasado fin de semana, la otra del pasado martes 10. Urgencias de un hospital madrileño: se produce un pequeño tumulto cunado alguien sospecha, y lo sospecha a voces, que hay un infectado de coronavirus. Los unos quieren echar a los otros y al personal sanitario le supone un esfuerzo adicional separar a los indignados del presunto afectado, no vaya a ser que le arreen.

La histeria siempre crea violencia. Otro ejemplo: un Mercadona madrileño, martes 10. Un amigo va a hacer la compra a primera hora y se encuentra con tal gentío que no puede entrar. Decide irse a trabajar y regresar al mediodía, durante la pausa del almuerzo. Entonces, si puede entrar pero los estantes están vacíos. Sobre todo los de carne y embutido. Se lo habían llevado todo mientras, desde Valencia, Juan Roig, presidente de Mercadona, llamaba a “racionalizar el miedo” (¿el miedo es ‘racionalizable’ don Juan?), aunque aseguraba el abastecimiento.

Cerrar los colegios sólo sirve para colapsar la sociedad: enerva a todas las edades. Cerrar el transporte resultaría suicida

Dos pequeños ejemplos de cómo la histeria provoca violencia. Y esa irritación colectiva empieza a notarse hasta en la confusión en las ciudades, en el transporte público y en un peligroso concurso por ver quién está más expuesto al virus, por razones familiares o laborales. Y claro la exposición todo lo disculpa, incluidas las faltas de caridad con el prójimo o de simple buena educación.

Y el Gobierno no ayuda, antes al contrario. Decíamos ayer martes, que el Gobierno Sánchez había disparado la histeria por el coronavirus. Y es que la tentación primera de un Gobierno es hacer algo para que no se le acuse de no hacer nada cuando en el caso de la esta nueva gripe eso es justamente lo que tenía que hacer: no hacer nada. Al virus coronado, como a cualquier otro virus, le vencerá nuestro propio organismo, y a nuestro organismo sólo le ayudará la vacuna ulterior o cualquier otro sistema que engrose y fortalezca nuestras defensas. Pero es nuestro propio cuerpo quien curará el virus, no la misantropía de encerrarse en casa.

La trasparencia no consiste en actualizar en tiempo real el número e infectados: eso sólo crea neurosis colectivas.

Además, al final, será nuestro organismo, como siempre, quien venza al virus. Con sus medidas, los gobiernos, el español el primero, sólo provocan más pánico y provocan irritación.

La tentación del Gobierno Sánchez es repetir la hazaña de los italianos: cerrar las iglesias y prohibir la Eucaristía

Y si, en este sentido, lo mejor hubiera sido no hacer nada. El problema del coronavirus no es su gravedad, sino su capacidad de contagio. Así que la actitud lógica de una persona sensata sería esa. Sí, muy probablemente estaré infectado: ¿Y qué?

Afecta más a los ancianos. Por supuesto, pero es que a los ancianos, por sus menores defensas también puede matarles un catarro o una gripe común, que es más letal que el coronavirus.

Otrosí: cerrar los colegios sólo sirve para colapsar la sociedad: enerva a todas las edades. Cerrar el transporte, en Madrid han estado tentados por ello, Comunidad y Ayuntamiento, resultaría suicida: una de las principales libertades y base de la democracia es la movilidad.

Por cierto, la tentación del Gobierno Sánchez -en Moncloa me dicen que se ha barajado esa posibilidad- es repetir la hazaña de los italianos: cerrar las iglesias y prohibir la Eucaristía. Ya saben, por razones de salud y seguridad públicas.

El Gobierno está histérico y la histeria del cristófobo siempre provoca violencia… y mala leche.