- Tras la II Guerra Mundial, Japón apostó por proteger a sus compañías con financiación ilimitada a tipos muy bajos.
- Mientras, el francés De Gaulle prometió protección del Estado a las galas y energía barata a cambio de buenos salarios.
- La crisis de Toshiba pone el modelo nipón en entredicho: el fraude en sus cuentas es un ataque a la lealtad, tan típica de los samuráis.
- A la crisis financiera tras la quiebra de Westinghouse, suma otra reputacional y quiere hacer una reestructuración.
- Su unidad de chips, en venta y con varios interesados. Se queda con infraestructuras, energía, dispositivos electrónicos y servicios de telecomunicaciones.
La actualidad de
Toshiba es mucho más que el fin de un gigante. De hecho, supone un importante fracaso en el
modelo japonés de grandes empresas privadas frente al modelo
francés de multinacionales públicas.
Tras la II Guerra Mundial, Japón apostó por proteger con ayuda gubernamental sus compañías, aunque estas debían ser
privadas. Dicha ayuda se tradujo en
financiación a tipos muy bajos (no los inventó la Fed ni la UE por mucho que ahora no hagan otra cosa que aplicarlos), dando lugar a grandes campeones nacionales privados: Toshiba,
Toyota,
Mitsubishi,
Sony,
Panasonic,…
Mientras, el presidente de la V república francesa,
Charles de Gaulle, prometió protección del Estado a las empresas galas, asegurándoles que serían
públicas y tendrían energía barata. Eso sí, este apoyo no se hizo gratis, sino a cambio de que le aseguraran unos
buenos salarios, una de las muestras del carácter social francés. De esta manera, surgieron grandes empresas públicas francesas:
Engie (antes GDF Suez),
Areva,
Thales,
Renault,
Safran,
PSA Peugeot Citroën,
Orange,
Airbus,…
La crisis de Toshiba ha puesto el modelo nipón en entredicho, pues el
fraude en sus cuentas -que se ha producido
durante siete años- es un ataque a la lealtad, muy típica de los samuráis. Claro que al engaño, que ha provocado dimisiones, hay que sumar la
crisis financiera provocada tras la
quiebra de Westinghouse, su filial nuclear de EUUU y fabricante
de la mayoría de los reactores nucleares españoles, y la
reputacional, por tanto no es de extrañar que quiera hacer una
reestructuración.
Dentro de este proceso, hay que destacar que
su unidad de chips está en venta y tiene varios interesados (
la taiwanesa Foxconn y dos estadounidenses -Western Digital Corp y Broadcom-). Tras el desguace,
Toshiba quiere quedarse sólo con cuatro negocios: infraestructuras, energía, dispositivos electrónicos y servicios de telecomunicaciones. Y ojo, esta reestructuración reduciría costes y también personal: podría hacer unos
20.000 despidos, según
Actualidad Económica, que suponen cerca del 10% de su plantilla.
Última hora de la crisis:
Toshiba no presentará sus cuentas auditadas en la Junta del próximo 28 de junio. El gigante que preside
Satoshi Tsunakawa (
en la imagen) vuelve a retrasarse, aunque dice que necesita más tiempo.
Cristina Martín
cristina@hispanidad.com