- Todo parece indicar que el gigante asiático empieza a perder fuelle.
- Precisamente, por donde quería vencer a Occidente: como nuevo gigante financiero.
- Y ha sido esa 'financierización' del país la que ha estallado.
- Por lo demás, el sistema económico chino hace aguas: consiguió su liderazgo mundial a costa de salarios de subsistencia.
- Pero los chinos se han cansado de subsistir, ahora quieren mayor nivel de vida.
La bolsa de Shanghai se cae un 8,5% en un solo día, el lunes negro del 27 de julio de 2015. Estaba subiendo, tras el descalabro paulatino de las cuatro semanas en las que llegó a perder una tercera parte de su valor.
Razones aparentes: que los norteamericanos quieren subir los tipos de interés y resulta que China es propietaria de más del 20% de la deuda norteamericana. Se dice que, por esta razón,
Pekín tiene en sus manos a Washington, pero lo de hoy demuestra que lo que sucede es justo lo contrario. Para emitir deuda pública no necesitas tener una economía boyante sino un ejército potente. Y si tienes el ejército más potente del mundo, entonces puedes deberle lo que quieras a quien quieras.
Lo que demuestra que, una vez más, no es el deudor quien está encerrado sino el acreedor.
En cualquier caso, si los chinos hubieran comprado deuda norteamericana a vencimiento, nada tendría que temer. Pero todos sabemos que prácticamente nadie, salvo algunos particulares de edad provecta, compran deuda para colocar unos ahorros sino para especular en el secundario.
Pero lo cierto es que la economía china, una tiranía comunista, ha entrado en la financierización más plena. Un término difícil pero fue aquel con la que el polaco
Karol Wojtyla, uno de los grandes intelectuales del siglo XX, bautizó a la economía financista actual. Y el problema de la
financierización es que siempre acaba en burbuja y las burbujas siempre acaban por estallar.
Pero las bolsas chinas también se están cayendo por otra razón: por la desconfianza de los especuladores de esa bolsa en el referente, es decir, en la propia economía china. Lógico: el éxito del llamado gigante de Oriente no es que haya producido más sino que ha competido mucho mejor a costa de pagar salarios de subsistencia. Las ganancias de productividad siempre se hacían en la China de los dos sistemas (el político-comunista y el económico-capitalista)
a costa de los salarios. Y como encima hablamos de una tiranía: nadie se atreve a protestar.
Ahora bien, los chinos se están cansando. Ya no sólo pretenden sobrevivir, subsistir, exigen cierta calidad de vida. Si pueden, se van a extranjero, si no, corrompen al funcionario del Partido Comunista.
En definitiva, el sistema chino se hunde. Por tanto, lo de menos es que la bolsa de Shanghai se hunda, lo de más es que puede arrastrar en su caída a la
financista economía china.
Por cierto, ¿el caso chino constituye el preámbulo de una nueva crisis financista mundial? Algunos pensamos que sí. Se repiten todos los mimbres de 2007. Ya lo dijo Voldemort: "
No aprenden".
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com