Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, sostiene que no hay que hacer 'el canelo' con la descarbonización
Repsol quiere ser una potencia en España de ciclo combinado (gas), meta que se adapta tanto a sus necesidades como a sus aspiraciones para competir con Iberdrola, Endesa y Gas Natural como “actor relevante” en gas y electricidad. Su objetivo está en la conquista de esas centrales, no las que pertenecen a las grandes compañías del sector, sino las que están manos de pequeñas, que ofrecen, como todas, una oportunidad imbatible: el precio.
Dicho de un modo muy rápido, antes de entrar en más detalles: esas plantas, hoy infrautilizadas, a pesar de sus 25.000 megavatios (MW) de potencia, son también muy baratas. Funcionan al 25% de capacidad para cubrir un 10% como mucho de la demanda. Así lo ve Repsol.
A Iberdrola, Endesa o GNF les encantaría vender pero hay un problema: les obligaría a provisionar las minusvalías
Hablamos, grosso modo, de instalaciones de 800 MW que costó construir entre 500 y 600 millones de euros hace 15 años, cuando se pusieron de moda, y hoy valen entre 50 y 100 millones. Es cuestión de hacer cifras con los 67 ciclos combinados que hay en España. Ese pastel se lo reparten entre Gas Natural (18), Iberdrola (14), Endesa (12), pero 23 de ellas, o sea la mayoría, pertenecen a pequeñas empresas y fondos de inversión.
Son las que Repsol está analizando. Las oportunidades de compra están en las instalaciones de pequeñas empresas, no de las grandes. Tiene una explicación razonable: el quebranto contable que supondría para eléctricas como Iberdrola, Endesa o Gas Natural, las más eficientes, por cierto, y que conocen bien en Repsol porque han dejado de ser oficialmente accionistas de la última hace tres semanas, con el cierre de la venta del 20% a CVC.
Quieren comprar activos de generación, no empresas, salvo nucleares, por el riesgo político
Ese quebranto contable no es otro que las elevadas minusvalías que aflorarían con la venta de esas plantas, por el desfase entre la inversión para construirlas y el precio de venta. Hablamos de una diferencia, con el cálculo previo, de entre 450 y 500 millones. Ese es justo el quebranto: obligaría a las eléctricas a dotaciones extraordinarias y eso puede comprometer, por ejemplo, el pago del dividendo al accionista.
El problema crece si tenemos en cuenta el factor multiplicador, según legislación, de esas dotaciones. No se realizan por la unidad vendida sino por todas las centrales en propiedad. Ninguna gran eléctrica se arriesgaría a asumir ese coste.
Repsol se ha fijado también en el ciclo combinado por otro factor, importante: tendrán una ventaja competitiva frente a otras fuentes (dentro del proceso de descarbonización). Así lo ve también la petrolera, que baraja distintas opciones de compra de activos para ser una eléctrica española, con una cuota de mercado del 5% y con 2,5 millones de clientes.
Repsol necesita energía base -el ciclo combinado-. Además, posee la materia prima para convertir el gas en electricidad
Sobra decir que a Repsol, en ese afán, le interesa todo, ojo, pero no empresas, sino activos de generación, para abrirse terreno en un nuevo negocio integrado de gas y electricidad de bajas emisiones y fuera de los mercados regulados. ¿Para qué comprar Viesgo, valga por caso, si en esa compra, adquiere también su carbón?
La petrolera necesita energía base para convertirse en una eléctrica y los ciclos combinados cubren esa necesidad. Tienen incluso ventajas adicionales, al no depender del viento, del agua o del sol, como la generación eólica, hidroeléctrica o fotovoltaica. Dentro de las renovables, la última ya es rentable y también le interesa a Repsol, a diferencia de la energía termosolar, que sigue necesitando ayudas públicas. Por eso, la petrolera ni se la plantea.
Hay tener en cuenta, además, que Repsol consume el 12% del gas en España por su propia actividad y aspira a una cuota de mercado del 15% como mayorista del gas. Posee la materia prima para convertir el gas en electricidad.
Por último, Repsol no se plantea comprar energía nuclear porque no quiere correr el riesgo de entrar en un debate político, no energético. La nuclear es eficiente y limpia -o sea, no contamina-, pero para Repsol es harina de otro costal.