• La negativa del primer ministro a poner dinero público italiano alimenta las dudas sobre un rescate europeo... y por eso se hunden los bancos italianos en bolsa.
  • Y no sólo los italianos. A la postre, las dudas destrozan también la cotización de los valores del sector en toda Europa.
  • A Renzi le encantaría un rescate bancario a la española, es decir, financiado por Europa, pero ya no es posible: las circunstancias han cambiado.
  • Y eso, a pesar de la entrada en vigor este año de los mecanismos de supervisión y liquidación europeos.
  • Espera una mayor flexibilidad de Bruselas y Fráncfort con una coartada: el 'efecto contagio' pero las ayudas no encajan en la unión bancaria.
  • Unicredit considera una ampliación de capital de 7.000 y 8.000 millones, pero quien más crudo lo tiene es Monte dei Paschi de Siena.
  • Los bancos italianos, en su conjunto, acumulan 360.000 millones de euros en activos impagados, una cifra insoportable para cualquier Estado.

El primer ministro de Italia, Matteo Renzi (en la imagen), descartó el domingo una intervención pública en el sector bancario del país, acogiéndose al buen criterio de que quien la paga, al final, es el ciudadano. Parecía la reacción natural a los resultados de los test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), que daban la peor nota a uno de los bancos de ese país, el Monte dei Paschi di Siena (MPS), uno de los cinco examinados.

Pero no es el MPS el único banco del país con problemas (este martes ha sido suspendida su cotización tras la apertura por el exceso de volatilidad y después de caer casi un 6%). Las dudas se extienden a todo el sistema financiero italiano y explican los fuertes desplomes del lunes, y también de este martes, de entidades como Unicredit -la mayor italiana-, Banca Popolare MilanoUbi BancaBanco Popolare, etc.  Los que no se despeñaron el lunes, lo están haciendo este martes y viceversa.

Caen entre el 4% y 6%, lo mismo que ha pasado con el resto de los valores del sector en toda Europa y que han teñido de rojo las bolsas europeas. En el Ibex 35, entidades como BBVA, Bankia, Santander, Sabadell, Bankinter o Popular han caído entre el 3% y 6%. En Francia, BNP Paribas y Société Générale también sucumbían, con caídas próximas al 4%.

Mirando sólo a Italia, las palabras de Renzi, teóricamente, disipan la posibilidad de un rescate público de esos bancos con problemas, pero a nadie se le oculta un dato dramático: los 360.000 millones de euros que acumulan entre todos ellos en créditos dudosos. Y esos 360.000 millones son una cifra demasiado elevada para no temer un efecto contagio, que es precisamente el argumento al que se acoge el premier italiano para decir que el problema no es sólo italiano.

Renzi no ha ocultado, además, que le encantaría que se repitiera con Italia la fórmula empleada para el rescate de los bancos españoles, adaptada al caso italiano; o sea, más flexible. Y claro, con la herida dejada por los resultados del Brexit no es cuestión de tener otro susto en forma de una nueva crisis bancaria.

Ahora bien, lo que está claro es que las circunstancias de 2012 -año en el que se rescató a la banca española- ya no son las de ahora: ni estamos en la crisis económica, de origen financiero, de entonces, ni existía la unión bancaria europea, que culminó el pasado 1 de enero con la entrada en vigor del Mecanismo Único de Resolución (MUR), que complementaba la supervisión única iniciada un año antes bajo la responsabilidad del BCE.

¿En qué se traduce? Básicamente en que con la implantación de esos mecanismos, lo que se pretende precisamente es desvincular los riesgos bancarios de la capacidad financiera de los diferentes Estados.

Dicho de otro modo: si el banco es inviable, que quiebre. Y si no quiebra, que el Estado afectado cargue con el mochuelo a su modo.

Los Estados que acudan al rescate, por tanto, lo pueden hacer, si quieren y con limitaciones, pero sin contar con fondos de ayuda europeos, que es lo que se aplicó a los bancos españoles (mediante créditos asequibles), aunque quien paga el pato al final es el contribuyente.

No hay que olvidar que uno de los aspectos de la supervisión única fue la creación y dotación de un fondo de apoyo financiero con un reducido importe de 50.000 millones para el área euro. Y añadan a eso que la norma de la UE para la liquidación y el rescate de bancos prescribe que los accionistas de un banco y los titulares de cuentas con saldo activo de más de 100.000 euros deben pasar por caja.

¿Y qué espera entonces Renzi? Pues mayor flexibilidad de Bruselas y Fráncfort para hacer posible un rescate a la italiana, sin las condiciones puestas por la UE a España en 2012 y de reojo, sin prestar mucha atención.

Es lo que el Estado italiano ha hecho, de algún modo, con Banca Monte dei Paschi di Siena (MPS), con la titulización de 27.700 millones de euros brutos de créditos morosos y un posterior aumento de capital de 5.000 millones sin ayudas públicas. Pero el artífice será el fondo Atlante (un banco malo privado) en el que participa la poderosa Caja de Depósitos y Préstamos (CDP), en la que el 80,01% del capital está controlado por el Gobierno.

Por otra parte, una de las entidades que se ha puesto las pilas para salir de su impasse es Unicredit, que está estudiando una ampliación de capital de entre 7.000 y 8.000 millones de euros, consciente de que sus ratios de capital -conocidos por los test de estrés- están por debajo de la media de sus competidores.

Andrés Velázquez

andres@hispanidad.com