Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, habla claro: menos mal.
Y el cardenal Luis Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) cayó en la trampa como una mojarrita. Tras una campaña del diario El País y la Cadena SER, sobre la pederastia clerical el presidente de la CEE pidió perdón por… la pederastia en la Iglesia española, me temo que presionado por dichos medios y sus secuaces, así como por la Iglesia progre. Por cierto, a esos medios la pederastia clerical les importa una higa. Su único objetivo es denigrar a la Iglesia católica.
Por supuesto que hay que pedir perdón por una barbaridad de tal calibre como es que un sacerdote abuse de un menor. Y según el orden debido, porque la verdad exige no exagerar. Esto es: la pederastia clerical es mínima comparada con la pederastia laica… ¡en todo el mundo!, pero aún más en España.
El objetivo de los cristófobos no es la lucha contra la pedofilia sino contra la re-evangelización de España
La pederastia de los curas es mínima comparada con la de otros sectores, como el deporte, la enseñanza, la moda, etc. Pero, ¡miren por dónde!, cuando se habla de pederastia todo el mudo piensa en los curas… y muchos piensan que un cura no es otra cosa que un pederasta.
Naturalmente, El País, que tantos honores de portada ha dedicado las víctimas del pederastia clerical, ni se ha detenido a alabar lo que tanto solicitaba: una autocrítica soviética de la jerarquía eclesiástica. Ahora, simplemente, seguirá con su campaña cristófoba con la prueba incontestable de la autoconfesión. Lo mismo hacía Stalin y murió en la cama.
Y la curiosa sentencia contra el colegio Gaztelueta está siendo utilizada por el Gobierno Sánchez contra la enseñanza católica
Y la metedura de pata del cardenal Blázquez es doble porque coincide en el tiempo con la curiosísima condena a 11 años de cárcel del profesor de Gaztelueta, quien había sido declarado inocente por la propia Iglesia y por otra instancias judiciales… a las que naturalmente no se otorgó la menor importancia. En el caso de la Iglesia, solo interesan las condenas en la que resulta culpable.
Esta condena, aún pendiente de recurso, ya está siendo utilizada por el Gobierno para uno de sus objetivos principales, el de la ministra Isabel Celaá: terminar con la enseñanza católica.
El ‘mea culpa’ del cardenal Blázquez solo servirá para nuevos ataques a la Iglesia: ¡Qué error, qué inmenso error!, como ya dijo don Ricardo de la Cierva, que en paz descanse.