- Es lo que pretende evitar con el real decreto que defiende en la Comisión de Energía del Congreso.
- Insiste en que la norma, que irrita a las eléctricas, cubre un vacío que no se ha contemplado hasta ahora.
- Si una planta energética es rentable (de carbón o nuclear), no cerrará: se subastará. Y si es una ruina, cerrará.
- La decisión, en cualquier caso, "no será meramente empresarial": manda la política energética.
El ministro de Energía,
Álvaro Nadal (
en la imagen), ha vuelto al ataque, este miércoles en la
Comisión de Energía del Congreso, para defender el real decreto que pretende evitar el cierre de plantas eléctricas.
Las razones no varían: no se puede poner en peligro, ha dicho, ni la seguridad del suministro ni que se dispararen los precios.
Lo primero es responsabilidad del Gobierno, lo segundo, en defensa del consumidor. Es el Gobierno, dicho de otro modo, el que decide el
mix energético (el sistema de reparto), para contener la subida de los precios.
La postura de Nadal tiene una explicación y un recorrido, pero lo que se teme el ministro, básicamente, es que las
eléctricas puedan ceder a la tentación de retirar parte de la oferta (
centrales de carbón o, después,
nucleares) mediante el cierre de las plantas. Claro, el fin no sería otro que beneficiarse -manteniendo unas y cerrando otras- por la vía del aumento de
precios. Y el fin, en este caso, tampoco justifica los medios.
Nadal ha explicado, en esa línea, que no se había planteado una
regulación al respecto hasta ahora, sencillamente, porque no había sido necesario. Ese peligro ha nacido hace poco, con las peticiones de cierre, un proceso
natural, antes, si las plantas habían quedado obsoletas.
Aclarada esa cuestión, ha insistido en que de cierre de plantas sin más, nada. Esa decisión "
no será meramente empresarial": manda la política energética y los cierres, en cualquier caso, deber ser "ordenados", de acuerdo con los criterios de seguridad, medioambientales y "al mejor precio posible".
Ha añadido
Nadal que habrá
controles, en primer término, para saber si una planta es rentable o no, al margen de las razones de la empresa que quiere cerrarla, si la planta es necesaria. Si es rentable -y la empresa no quiere gestionarla- se subastará, en busca de un comprador interesado. Y si no es rentable o no hay comprador, se cerrará.
En eso se resume el
real decreto, que plantea el necesario visto bueno, en todos los casos, de la
CNMC y de la
Oficina del Cambio Climático -entran el juego el mercado y las emisiones- para saber si una central es rentable. Y también, si finalmente cierra, con un sistema de
pagos por capacidad. El visto bueno, en ese caso, es necesario para que Bruselas no considere esas aportaciones como ayudas de Estado.
En el caso de las centrales nucleares, por supuesto, también el visto bueno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).
Rafael Esparza