El tiempo del debate terminó: ahora toca concluir... y vivir. Es más divertido.
Hemos llegado justo hasta aquí: justo hasta esta predicción chestertoniana, dictada hace ya un siglo:
“Si abandonas juramentos y dogmas, principios sólidos… aprenderás también una filosofía turbia y falsa. Te aficionarás a una ciénaga de moral cobarde y rastrera. Llegarás a pensar que matar es malo porque es violento cuando es malo porque es injusto. Llegarás a pensar que un golpe es malo porque hace daño y no porque humilla al golpeado”.
Y a ello hay que unir otra frase del genial periodista inglés. La humanidad se divide en dos clases: “los dogmáticos que saben que lo son y los dogmáticos que no saben que lo son”.
Tampoco se necesita conocer mucho más para tener la cabeza bien amueblada.
Volvamos al dogma, del que nunca nos hemos ido aunque no lo sepamos y aunque utilicemos el adjetivo ‘dogmático’ como un insulto.
Más que nada porque en el siglo XXI todo está claro, entre la luz y la oscuridad… y cada cual debe elegir. El tiempo del debate terminó, ahora toca concluir.
Además, tanto debate resultaba aburrido. Ahora toca concluir y pasar de la teoría pelma a la práctica vivificadora.
Y, por cierto, ese ‘pragmatismo’ representa que ha llegado el momento de la mujer, de la feminidad… que no del feminismo.
El tiempo del debate terminó: ahora toca concluir... y vivir. Resulta menos pedante y mucho más divertido.