No vivimos en la etapa final pero es el final de una etapa”. La frase del Papa Francisco, fue emitida antes de la pandemia coronavirus, ergo debemos considerarla aún más.

Porque claro, ya supera un tercio de la población mundial y, en breve, la mitad de la humanidad, la que está bajo arresto domiciliario, en su casa.

Una medida borreguilmente aceptada, producto de la histeria colectiva que ha provocado el miedo al coronavirus.

Y sí, había alternativa: aumentar la asistencia sanitaria y la investigación en tratamientos y vacunas, en busca de la inmunidad, pero ahora, cuando se ha globalizado el miedo, sólo Suecia y algún otro país ha optado por esta medida.

No importa si el confinamiento tiene éxito o fracasa. Es igual, las autoridades emplearán, están empleando ya, el más primario de todos los sofismas: si mi receta no funciona que el paciente ingiera el doble. ¿No quieres caldo? Toma dos tazas. Ejemplo: el endurecimiento y alargamiento de la prisión que Pedro Sánchez ha impuesto a todos los españoles, de 15 días a un mes. Por el momento porque, encima, el confinamiento ha resultado una fracaso.

Pero también puede ser un buen momento para la conversión, la única salida para una humanidad desesperada

Pues miren ustedes, menos miedo y más oración. Convertir cada hogar del planeta en una cárcel es la mejor forma de instaurar un Gobierno mundial… totalitario. Eso que ante parecía una hipótesis apocalíptica resulta ahora mucho más plausible e incluso más previsible.

Pero, ojo, también puede ser un buen momento para la conversión, para el cambio de vida, para la vuelta a la oración, al diálogo con Cristo, porque la oración es la única salida para una humanidad desesperada.

El miedo a la muerte nunca es un buen consejero pero sí puede resultar una oportunidad para replantearse la existencia y el sentido de la vida. Porque estamos al final de una etapa.

Antes la oración era optativa, ahora urge.

Chesterton lo explicó mejor, en su última etapa en este mundo: “Ahora todo está claro, entre la luz y la oscuridad, y cada cual debe elegir”. La abstención ha dejado de ser una opción válida, si es que alguna vez lo fue.

Pues eso.