• El grupo francés PSA atiende a las reclamaciones de Francia, Alemania y Reino Unido.
  • Y el Gobierno español calla, a pesar de las dos plantas de PSA y la de Figueruelas (Opel).
  • PSA confirma contactos con Merkel, Bernard Cazeneuve y Theresa May, preocupados por los empleos.
  • Incluso los ministros de Economía francés y alemán hablan de que si se cierra la compra será cuestión de días.
  • Peugeot Citroen ganó 1.730 millones en 2016, el doble, y está en posición compradora.
El grupo francés Peugeot Citroen (PSA) ha presentado este jueves los resultados de 2016, pero el interés, como es natural, estaba más en la probable compra a General Motors de su filial europea Opel y sus consecuencias. A España podría afectar por las dos plantas del grupo PSA en Vigo y Madrid y la General Motors, de Opel, en Figueruelas (Zaragoza), con 5.500 empleados. En total, 13.600 trabajadores. PSA ganó el año pasado 1.730 millones, que casi duplican los 899 millones de 2015. Está, por tanto, en posición compradora, aunque de momento no hay más pasos que anuncios entre franceses y americanos, aliados desde 2012 (GM tiene, de hecho, el 7% de PSA). Eso sí, la fusión de PSA y Opel es la "una oportunidad de crear un campeón automovilístico europeo". Es lo que ha señalado el presidente de PSA, Carlos Tavares (en la imagen), que ha dado algunas pistas. Sorprendentemente, esa operación no provocado ninguna reacción del Gobierno español. Rajoy calla, del mismo modo que su ministro portavoz, Méndez de Vigo o el resto de carteras afectadas, Industria o Economía. Los únicos que se han quejado de no haber sido informados de esos planes son los sindicatos. Y desde el Gobierno, la única persona que ha dicho algo fue la secretaria de Estado de Economía, Irene Garrido, en la rueda de prensa sobre el IPC, el pasado día 15.  "Seguirán muy de cerca" esa operación, dijo. Al contrario de lo que ha sucedido en Alemania, Francia o Reino Unido, a los que PSA sí ha hecho llegar un mensaje de tranquilidad. Y no es para menos, después de que la propia Angela Merkel, por ejemplo, mostrara su preocupación por el eventual cierre de plantas y pérdidas de empleos. Por su puesto, ha habido conversaciones con la canciller alemana, del mismo modo que con los primeros ministros francés o británico, Bernard Cazeneuve y Theresa May, a los que se ha trasladado la intención de "respetar los acuerdos existentes". Carlos Tavares ha confirmado esas conversiones y ha explicado además que la razón de comprar viene del deseo de crecer y Opel, en ese sentido, es complementaria para aumentar la base de clientes. También ha dejado claro que la marca seguiría siendo alemana; o sea, mantendría su identidad porque la tecnología made in Germany vende como la made in France. Dicho de otro modo, la operación tiene sentido para PSA porque necesita recuperar el terreno perdido ante Renault, segundo fabricante europeo (con récord de beneficios y ventas en 2016) y, en paralelo, Opel sigue en crisis -"necesita ayuda", ha dicho Tavares- y General Motors, resfriada. Y a nadie se le escapa que el resfriado de GM tiene mucho que ver con sus negocios en Europa, donde lleva ya 16 años en pérdidas (15.000 millones en total). Por eso no le importaría llegar a un acuerdo con PSA, también para venderle la otra marca con la que opera, Vauxhall. Pero a partir de ahí, Tavares ha echado balones fuera. En otras palabras, si la fusión avanza será la dirección de Opel, de acuerdo con sus empleados, la que tenga que diseñar el plan para salir adelante. PSA, ha recordado, ya lo hizo. Por cierto, este jueves se han reunido los ministros de Economía de Francia y Alemania, Michel Sapin y Birgit Zypries, y han coincidido que si se formaliza la compra, la operación cerrara en los próximos días. Rafael Esparza