- Ya no quiere ganar por el interés; ahora quiere hacerlo por las comisiones.
- La gestión de activos no sólo ha arrinconado a la banca doméstica sino a la banca de inversión.
- La clave: la aversión al riesgo de todas las entidades tras la crisis.
En los años ochenta, con Ángel Madroñero como director general del Banco de España, algunos bancos árabes mostraron su interés por entrar en el mercado español. Cuentan que en una de esas entrevistas, Madroñero preguntó: pero vamos a ver, ¿el islam, no prohíbe la usura, el interés? A lo que el interlocutor respondió: nosotros no cobramos
interés; cobramos
comisiones.
Ahora, treinta años después, la respuesta se puede aplicar a toda la banca. Las entidades ya no quieren ganar por los
intereses; ahora se han lanzado a por las
comisiones. Pero no piensen en los cajeros ni en el mantenimiento de las tarjetas. Hablamos de las
comisiones por la
gestión de activos, por ejemplo, por la gestión de fondos de inversión, de carteras, etc.
La clave de este giro está en la aversión al riesgo de todas las entidades, tras la crisis económica que hemos padecido (y que aún seguimos padeciendo). Efectivamente, en el negocio de la
gestión de activos, lo que está en juego es el dinero del cliente. El banco no se juega nada. Es más, pierda o gane el cliente, el banco siempre cobra su comisión. Y sí, el giro hacia las
comisiones también se debe al contexto actual de tipos de
interés, en mínimos históricos.
En cualquier caso, no piensen que esto afecta únicamente a la banca doméstica (créditos al consumo, hipotecas, etc.) No es así. La gran banca de inversión también está virando hacia la
gestión de activos. Un ejemplo:
JP Morgan contrató a 1.240 empleados para su gestora de fondos en 2015, mientras que su división de banca minorista redujo la plantilla en 10.000 trabajadores.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com