Los consejos de administración de Caixabank y Cajamadrid aprobaban horas atrás, tarde-noche del jueves 17, la fusión de sus entidades en una nueva, que recibirá el nombre de la primera y tendrá su sede en Valencia.

Esto significa muchas cosas. Por ejemplo, que las cajas de ahorros, su espíritu mutual, subsisten. Bankia la formaron siete cajas de ahorros y Caixabank, antigua Caixa, es el resultado de la absorción de 9, si he hecho bien las cuentas. Cualquier analista medianamente cínico (muy pocos, la inmensa mayoría son cínicos totales) concluiría que las cajas de ahorros, el mejor invento financiero español, cayeron en la crisis de 2007 y que la actual Caixabank nada tiene que ver con ello.

Ahora, esperemos que la nueva Caixabank preserve su espíritu cajero, mutual. Con el actual precio del dinero y la actual regulación lo tiene muy difícil

Pues bien: yo insisto en que no. Insisto en que el espíritu mutual de la nueva Caixabank persiste en la Fundación Caixa, que tendrá algo más del 30% de la resultante (no concreto porque cuando escribo desconozco la ecuación de canje definitiva) y en ese personaje irrepetible que es Isidro Fainé, muñidor de esa fusión hasta en los detalles. Fainé es un cajero y cuando, por fuerza de ley, que a la fuerza ahorcan, PP y PSOE acabaron con las cajas de ahorros, él conservó su espíritu mutual en la Fundación Caixabank, la mayor de Europa, con un presupuesto anual de 545 millones de euros. Mientras siga Fainé, habrá cajas de ahorros en España, Por ahora, esa caja es el primer banco de España.

En sentido político, esta fusión supone que la antigua Caixa se comió a la antigua Cajamadrid… pero esta puso al presidente, un banquero vasco procedente de la cantera del Banco de Bilbao. En mi opinión, gana Barcelona pero resultaría arriesgado interpretar la operación como una victoria nacionalista catalana (por cierto, las simpatías políticas de Goirigolzarri se inclinan hacia el sector más moderado, incluso sensato, del nacionalismo vasco): a fin de cuentas, Isidro Fainé trasladó la sede de la Caixa y de Caixabank fuera de Barcelona y se ha convertido en el blanco del independentismo catalán.

Ahora, esperemos que Caixabank preserve su espíritu cajero, mutual. Con el actual precio del dinero y la actual regulación lo tiene muy difícil. Y aquí es donde hay que hacer una parada para refutar, otra vez, uno de los grandes sofismas del momento: las cajas de ahorros no eran solventes ni rentables y provocaron la crisis financiera de 2007.

Mentira: la crisis financiera del 2007 vino provocada por la especulación rampante que, precisamente, no fue creada por las cajas de ahorros sino por los bancos, sobre todo por los bancos de inversión y por sus hermanos ‘espirituales’, los fondos.

O la nueva Caixabank mantiene el sistema presencial o miles de españoles serán expulsados de una sociedad bancarizada

Las cajas de ahorros quebraron porque no tenían acciones y se les impuso un sistema –aún vigente y en mi opinión absolutamente irracional- según el cual la solvencia de una entidad depende de su capital, cuando toda la vida dependió de su morosidad, independientemente de su tamaño. Menos mal que el espíritu cajero mutual subsiste, en forma de fundación controladora de la nueva Caixabank, el banco más grande de España. Como decían en la antigua Caixabank: la Fundación es el alma de La Caixa. Pues más vale que lo siga siendo aunque el bacno resultante tenga que competir a brazo partido con los bancos SA y, sobre todo, con el modelo –irracional, como creo haber dicho antes- del Banco Central Europeo (BCE).

Además, no menos importante para España es que la nueva Caixabank mantenga el sistema presencial de negocio… o miles de españoles serán expulsados de una sociedad forzosamente bancarizada. Sin los bancos, el sistema de pagos del país, es muy difícil vivir en cualquier lugar de España y de Occidente. Y mientras llega el recambio digital, al que no accederán los mayores de 50 años, más nos vale que el espíritu cajero, que consiste en cercanía al cliente, siga subsistiendo. Ejemplo: ¿cómo va a pagar un jubilado sus recibos o cómo va a cobrar su pensión? ¿Telemáticamente? ¿A que no?

La lucha contra la exclusión financiera es difícil, por cuanto el precio del dinero –los tipos en negativo representan precios chiflados- exige tener muchos clientes… y sin poder ofrecerles el servicio de antes. Es imposible. Además, el crecimiento aleja al banquero del cliente, lo grande se hace ingobernable.

En plata: con estos tipos el negocio bancario deja de ser negocio y reducir gastos mediante fusiones nunca será la solución definitiva… por definición: toda reducción de gastos tiene un límite.

Este espíritu cajero se ha mantenido en Caixabank gracias a un personaje tan controvertido como creativo que, con todos sus defectos, que son muchos, se ha empeñado en seguir siendo una caja de ahorros en un mundo de bancos, donde las cajas habían sido legalmente proscritas. Que dure. La gran caja de ahorros subsiste: se llama Fundación Caixa y posee el 30% de Caixabank, primer banco del país. Vamos, que algo mandará, digo yo.