• El 'megabuscador' lanza un 'recordatorio de privacidad', antes de acceder a la búsqueda. Sueles aceptar sin leer las condiciones, pero ¿qué dicen?
  • Supuestamente trata la información que generas en sus servicios para darte "contenido más útil y personalizado", incluidos anuncios. Es gratis, así que tú eres el producto.
  • Puede identificar tu navegador o dispositivo, tu ubicación, mostrar tu nombre y foto de perfil, analizar tu contenido, indexar información que compartes…
  • Si aceptas, autorizas a Google a tratar tus datos personales en un servidor que no esté ubicado en tu país.
  • En cuanto a las 'cookies', puedes bloquearlas, pero algunos servicios no funcionarán correctamente.
En las últimas semanas, Google se ha puesto un disfraz de bondad e interrumpe nuestra navegación con un 'recordatorio de privacidad', antes de acceder a la búsqueda. Algo paradójico, pues este gigante de Internet y privacidad son dos términos completamente antagónicos. Lo normal es que el usuario acepte las condiciones sin leerlas, pero ¿qué dicen? O más bien, ¿qué esconden? Veamos parte del 'secreto', o más bien la 'trampa'. El 'megabuscador' presume en su política de privacidad, cuya lectura requiere de unas cuantas dosis de paciencia, de tratar la información que generas en sus servicios para darte "contenido más útil y personalizado", supuestamente, incluidos anuncios. Otra de sus razones para hacer esto es la mejora de la calidad de sus servicios y el desarrollo de otros nuevos, así como realizar análisis y mediciones sobre el uso. Al hilo de esto conviene recordar lo que dijo hace unos meses el primer ejecutivo de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, sobre Whatsapp: "No hay productos gratis. Si es gratis, es que tú eres el producto". Una afirmación que se puede extrapolar al caso de Google, pues el usuario no paga nada por usarlo (paga por navegar por Internet si no accede a WIFI pública), por tanto, el usuario es el producto. El gigante de la red también puede: identificar tu navegador o dispositivo, así como tu ubicación (hay dispositivos con sensores que ayudan en esto), mostrar tu nombre y foto de perfil, analizar tu contenido (incluso el de tus e-mails) e indexar la información que compartas. Por ejemplo, si eres usuario de Gmail y vas a mandar un e-mail, te sugiere como destinatario los contactos a los que escribes con más frecuencia. Claro que Google presume de que "siempre que utilizas nuestros servicios, nuestro objetivo consiste en proporcionarte acceso a tu información personal". Estaría bueno que no fuera así. Por ello, el 'megabuscador' posibilita que puedas actualizarla o eliminarla, verificando tu identidad, aunque en esto no es oro todo lo que reluce. Google se reserva el derecho de rechazar tu solicitud si requiere "un esfuerzo técnico desproporcionado" o no es "nada práctica". Además, aunque elimines tus datos, advierte: "es posible que no destruyamos de inmediato las copias residuales almacenadas en nuestros servidores activos ni los datos almacenados en nuestros sistemas de seguridad". Es decir, que el 'megabuscador' tiene la sartén por el mango y sólo actualiza o elimina tus datos si lo considera, obviando lo que tú quieras hacer. Otro punto algo oscuro de las condiciones de privacidad. Si las aceptas, estás autorizando a Google a tratar tus datos personales en un servidor que podría no estar ubicado en tu país de residencia. Un aspecto sobre el que la justicia europea ya ha tenido dudas: por ejemplo, ha cuestionado el envío de datos que hace Facebook a sus servidores de EEUU. Pero la cosa no acaba ahí. Google señala que proporciona información personal a sus afiliados o a otras personas o empresas de confianza para que lleven a cabo su procesamiento. Además, comparte dichos datos con empresas, organizaciones o personas físicas a Google "si consideramos de buena fe que exista una necesidad razonable de acceder a los mismos, usarlos, conservarlos o revelarlos". Por tanto, no sólo trata tu información, sino que la comparte con todo el que le da la gana. Claro que el gigante de Internet intenta envolver este trapicheo de datos bajo un halo de bondad, aludiendo a que "recibe regularmente solicitudes de información sobre los usuarios procedentes de órganos judiciales y gubernamentales de todo el mundo". ¡Qué jeta! Lo peor de todo esto es que cuenta con el permiso del usuario, que se limitó a dar un simple clic a aceptar (la mayoría de las veces sin leer lo que aceptaba). Un último aspecto a destacar es el de las cookies (pequeños fragmentos de datos que ayudan a los sitios web a recordar las visitas anteriores). Google permite que el usuario las bloquee, pero le avisa: si lo hace, algunos servicios no funcionarán correctamente. Pero cookies no es el único término raro, en las condiciones aparecen otros muchos ('dirección IP', entre ellos) con los que no todos los usuarios están familiarizados. Por último, conviene subrayar que en las primeras líneas de la política de privacidad, Google subraya "tu privacidad es importante para Google". Permítannos que lo dudemos tras los distintos aspectos que hemos comentado, pero que dejan una cosa muy clara, como dice la imagen: Google te espía cada día. ¿Le seguirás dejando? Seguramente sí, pues por desgracia no hay otro remedio hoy en día si uno quiere usar Internet y es que el 'megabuscador' tiene el monopolio. Cristina Martín cristina@hispanidad.com