“La Iglesia, con sus misioneros, está cuidando en muchas ocasiones, de modo heroico, a muchas personas que sufren enfermedades terribles”
Tal y como publicó Hispanidad, el jueves 18 de marzo se aprobó definitivamente la ley de Eutanasia en España, un hito que introduce a nuestro país en el siniestro grupo de los seis países del mundo -junto a Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia- que han traspasado la frontera ética de que la vida es sagrada y ni uno mismo y ni mucho menos un tercero puede disponer de ella. Esa frontera ética está en la conciencia de todas las personas del mundo, y por eso solo eso seis países han aprobado la eutanasia hasta ahora.
El director nacional de las Obras Misionales Pontificias de España, padre José María Calderón, ha publicado una declaración, recogida por la Agencia Fides en la que afirma: “La Iglesia, con sus misioneros, está cuidando en muchas ocasiones, de modo heroico a muchas personas que sufren enfermedades terribles, incurables, mortales. Las cuida con el cariño de quien tiene en sus manos la oportunidad de que ese enfermo, esa enferma, pueda saberse amado y, por ello mismo, valorado, digno. Estos misioneros nos enseñan que la vida vale la pena cuando se convierte en servicio, en preocupación, en entrega a los demás, especialmente a los más necesitados y desfavorecidos".
“Es una pena —prosigue Calderón— que, en nuestro mundo desarrollado, con muchos más medios materiales y sanitarios, la vida de la persona no merezca ser cuidada hasta el final, y se decida —como si nosotros tuviéramos la llave de la vida y de la muerte— cuándo la vida de un enfermo ya no tiene valor o sentido. Frente al enorme valor que se reconoce a la vida en muchas de las culturas en que realizan su labor nuestros misioneros, la ley que el Congreso español aprobó la semana pasada sobre la eutanasia y el suicidio asistido es una prueba más de que el hombre, para nuestra sociedad, tiene valor en la medida en que es útil, de manera que a quien sufre, en lugar de acompañarle y ayudarle a vivir esos momentos con paz y sintiéndose amado, se le puede quitar la vida”.
Estos misioneros nos enseñan que la vida vale la pena cuando se convierte en servicio, en preocupación, en entrega a los demás, especialmente a los más necesitados y desfavorecidos
El padre José María Calderón termina con estás palabras: “Damos gracias a la Iglesia y a los misioneros y misioneras que están en aquellos países lejanos, por darnos esa lección de humanidad y de caridad hacia aquellos a quienes lo único que podemos dar es amor; ‘lo único’, pero lo que todos más necesitamos”.
El día 18 de marzo, cuando se aprobó la ley, los obispos españoles rechazaron la actuación de los diputados e hicieron un llamado a promover la objeción de conciencia de los médicos que no deseen participar en el suicidio asistido, recuerda Aciprensa.
“Desgraciadamente, se ha buscado la solución de evitar el sufrimiento provocando la muerte de quien sufre. Es dramático que en España haya 60.000 personas cada año que mueren con sufrimiento, pudiéndose remediar con una política adecuada de cuidados paliativos”, señaló a la radio local el secretario general, Mons. Luis Javier Argüello.
La Asociación Española de Bioética y Ética Médica (AEBI) también expresó “su total desacuerdo con la Ley de la Eutanasia aprobada en España”, por ser “injusta y contraria al bien común de la sociedad española”. Denunció que se trata de “una imposición ideológica regresiva, que vulnera los derechos de los ciudadanos, el ‘ethos’ de las profesiones sanitarias y desprotege a los más débiles”.