La plantilla de Endesa, antaño la primera eléctrica española ha estallado, este miércoles, ante la embajada de Italia en España para denunciar su situación laboral y la incertidumbre en que viven. No han acudido al Ministerio de Industria, no, sino a la embajada del país del principal accionista, la energética pública italiana Enel.

El detonante ha sido la negociación del convenio colectivo, una mala continuación del firmado en 2012 -en aquellas condiciones de crisis económica-, en la que los trabajadores tiene algo más de una sensación de que Enel sigue exprimiendo a la española, ahora con la voluntad más clara: suprimir derechos y rebajar suelos, como explican los sindicatos en un comunicado.

La plantilla toma conciencia del 'palo' que supuso la venta de los activos en Hispanoamérica, que sigue ahora con el ajuste de costes 

Dicho de un modo muy rápido: la plantilla está reviviendo de un modo más intenso los efectos de la “escandalosa operación financiera”, en 2014, con la Enel vació en gran medida Endesa al desgajarla de sus activos en Hispanoamérica (Enersis), su mayor potencial de crecimiento.

Esa operación siguió con el retorno a la italiana de los 8.250 millones pagados a Endesa y un dividendo extraordinario con el que se embolsó 6.352 millones (financiado, para colmo, con un préstamo a cargo de Endesa de 4.500 millones). Continuó, también, con la salida a bolsa posterior, y se mantiene con los aumentos anuales de dividendo, que engordan la tesorería, sobre todo, de Enel.

La realidad, a día de hoy, es que Enel tiene una plantilla de 27.000 trabajadores, los mismos que tuvo Endesa en su día de gloria, con los 12.000 empleados en Hispanoamérica y los 2.500 en Europa.

El presidente de Endesa, Borja Prado, en el foco de los trabajadores: ven elcómplice del desmembramiento y el más beneficiado, como Enel

El efecto del vaciamiento de activos se traslada ahora a más vaciamiento de la plantilla. Enel maniobra para forzar las bajas voluntarias, por ejemplo en las plantas hidroeléctricas del norte de España, desvinculado hasta en el membrete en nombre de Endesa y sobreponiendo el de Enel (calcado en el caso de las renovables con Enel Green Power).

 

 

Para más colmo, con maneras y trato que no tienen nada que ver, ya me entienden, con la elegancia. Hasta en las condiciones del despido, conocidas a posteriori, según fuentes sindicales.

En paralelo, la plantilla observa con enojo la voluntad de la dirección de suprimir derechos y beneficios sociales -dentro de la negociación, desde junio, del quinto convenio marco de Endesa-, con los sueldos de la cúpula ejecutiva.

El presidente, Borja Prado, gana 3,18 millones, un 4% más, y el consejero delegado, José Bogas, 2,12 millones, un aumento del 7,7%.

La realidad, a día de hoy, es que Enel tiene una plantilla de 27.000 trabajadores, los mismos que tuvo Endesa en su día de gloria, con los 12.000 empleados en Hispanoamérica y los 2.500 en Europa.