• No puede utilizarla para endeudarse (comprar Innogy), pero sigue raspando su patrimonio por la vía del dividendo.
  • El plan estratégico 2018-2020 confirma los objetivos financieros y eleva en 500 millones la inversión (a 24.600).
  • Los principales destinos son Italia, la digitalización de redes y las energías renovables.
  • Mientras en América del Norte y Central eleva la inversión un 40%, en Hispanoamérica la reduce un 26%.
La italiana Enel ha confirmado este martes en Londres, al presentar el plan estratégico 2018-2020, que pagará un dividendo de 0,28 euros por acción el próximo año, el 33% más que en 2017. Ese aumento eleva la rentabilidad anual, de acuerdo con la cotización actual, a un 7,4%; eso sí, gracias en Endesa, su mejor coartada para mejorarlo. La voracidad del principal accionista de Endesa (70%), y con Endesa (dividendo), se convierte así, un año más, en el principal reclamo para el inversor. Por ese motivo, ojo al parche, Enel se embolsará un 33% más de los 1.008,7 millones que se embolsa este año. Sigue en racha porque ha sido también Endesa la que le ha permitido elevar el dividendo los últimos años un 44%, un 50% y un 65%. Importante tenerlo en cuenta, en medio del run-rún que afecta a la propia Endesa, como el plan de Enel para comprar Innogy, la filial de renovables de RWE, endeudando a la española (que no tiene el lastre de deuda de la italiana) o posible movimientos corporativos (a Gas Natural le ha apetecido). El consejero delegado de Enel, Francesco Starace (en la imagen), sin embargo, ha desmarcado a Endesa de ese mapa de las fusiones. O lo que es lo mismo, no utilizará Endesa, que no ha podido vender (por el elevado precio que pide), aunque sigue aprovechándose de ella, en este caso raspando más patrimonio por la vía de un dividendo insensato. Starace ha dicho en Londres que no tiene esa operación en mente "en estos momentos" porque esos movimientos arreglan poco. Más o menos lo contrario a lo que señaló hace dos meses: "Estamos sentenciadas a fusiones y adquisiciones". Saludable es recordar, en cualquier caso, no sólo que las energéticas están en el tablero de compras y ventas -para responder a los cambios regulatorios, que mermarán más su rentabilidad-, sino también, en el caso de Endesa, su vaciamiento. Primero se privó de sus activos más rentables, su negocio en Hispanoamérica, y eso han seguidos otros pasos: un generoso dividendo extraordinario, la venta del 30% en bolsa, etc. Todo ello, además, sin cumplir con las inversiones en España, motivo de mosqueo del ministro de Industria, Álvaro Nadal, o cerrando plantas térmicas de carbón para no invertir lo necesario para reducir las emisiones contaminantes. Starace ha dado las pinceladas del plan estratégico bianual, que contempla inversiones de 24.600 millones de euros (500 millones más), el 80% en mercados maduros, con el foco puesto en la modernización de las redes, la digitalización, y las energías limpias. Lógico, si tenemos en cuenta la caída de márgenes de la generación eléctrica tradicional. En el caso de Endesa la inversión aumenta un 6%, de 4.700 millones en 2016-2019, a 5.000 millones en 2017-2020. De más a menos, las zonas en las se centrarán las inversiones son Italia, España, América del Norte y Central ( 40%) mientras que se reduce en Hispanoamérica (-26%), y eso se complementará con la venta de activos por 3.200 millones hasta 2020 (instalaciones térmicas y en países emergentes no estratégicos). Al mismo tiempo, Enel ha confirmado la mayor parte de las anteriores previsiones financieras, ingresos y beneficios (3.600 millones en 2017, 4.100 millones en 2018, 4.700 millones en 2019 y 4.800 millones en 2020). Rafael Esparza