• Anuncia que dejará las responsabilidades ejecutivas del grupo en manos de su hijo y de su hermano a partir de 2017.
  • La farmacéutica catalana trasladó sus negocios a Dublín, en  noviembre, en busca de ventajas fiscales y regulatorias.
  • Nada se riñe -paradojas- con las aspiraciones del empresario, que quiere que Cataluña sea un Estado como California.
Comienza el relevo en el grupo catalán de hemoderivados Grifols al estilo de las dinastías empresariales, como recientemente ha sucedido en la coreana Samsung, salvando las distancias, naturalmente. La empresa ha comunicado a la CNMV el plan de sucesión, incidiendo en la unanimidad del Consejo de Administración y reiterando, faltaría más, "el compromiso de la familia fundadora con la compañía" (controla el 25% del capital). Según ese plan, Víctor Grifols Roura, de 67 años, presidente y consejero delegado, dejará sus responsabilidad, a partir de 2017, en su hermano Raimon Grifols Roura y en su hijo, Víctor Grifols Deu, como consejeros delegados solidarios. El comunicado de Grifols, lleno de parabienes hacia una empresa líder en tratamientos terapéuticos con proteínas plasmáticas y sus 75 años de historia, no hace alusión, paradójicamente, al hecho por el que Grifols fue noticia en noviembre: el traslado a Irlanda del 75% de su negocio del grupo para pagar menos impuestos, última decisión de un empresario que no ha disimulado en ningún momento su apoyo al proceso independentista en Cataluña. ¡Qué cosas! Justo al contrario de lo que que han hecho otros empresarios catalanes de renombre (Rosell, Bonet, Oliu o Fainé), que se han pronunciado en sentido contrario. Además de por su explícito apoyo al proceso soberanista de Artur Mas (en la imagen, con el empresario), Grifols es conocido también por sus quejas contra la legislación española, que plantea más problemas que facilidades para su negocio. Llegó a decir que Grifols sería más grande que Pzifer si fuera una empresa alemana, no catalana, quejándose de la desventaja competitiva por el origen geográfico de los laboratorios. "No pienso invertir ni un euro ni en Cataluña ni en España", dijo en 2013.  Y remató añadiendo después que "o cambian las cosas, o lentamente nos iremos marchando desde España a EEUU". "Si Cataluña pudiera convertirse en California, que es un Estado, un Estado federal que pertenece a los Estados Unidos, entonces votaría sí", dijo a la cadena americana CNN. Y respecto al traslado a Irlanza de sus negocios, fue el vicepresidente financiero de Grifols, Alfredo Arroyo, quien dijo: "Somos una compañía global y ubicamos las operaciones donde más conviene desde el punto de vista de negocio" (sic). Víctor Grifols Roura emula con la sucesión a su padre, Víctor Grifolfs Lucas, que hizo lo propio con él -nombrarle sucesor- a la misma edad, 67 años. Y todo queda así en familia, que es, por cierto, una de las más ricas de España  (la décima, en la última lista de Forbes). Según el comunicado, el patriarca considera que ha llegado el momento de ceder responsabilidades a otra generación "muy bien preparada". Añade que está "tranquilo porque he depositado mi confianza en los mejores candidatos" y que no se retira "totalmente de la empresa", porque desde sus funciones "como presidente no ejecutivo contando con todo mi apoyo, conocimiento y experiencia". El año de transición será 2016. Eso, como en las dinastías, pero empresariales. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com