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El 54% de la población mundial vive en ciudades, pero esta proporción se eleva al 80% en América y al 70% en Europa -y el 77%, en el caso de España-. En China, India y África la dinámica migratoria hacia las urbes experimenta también un notable ascenso. La ciudad es, pues, el hábitat principal de la especie humana y el urbanismo se convierte en un factor decisivo de responsabilidad en el bienestar de la población, pero también en el sostenimiento del planeta Tierra. De un urbanismo lúcido, democrático y honestamente gestionado depende también la prosperidad del futuro de nuestras ciudades.
Urbanismo. Una inmersión rápida, libro del arquitecto urbanista Julio Esteban Noguera publicado por Tibidabo Ediciones, analiza en profundidad y con abundantes ejemplos un fenómeno que no es nuevo. Fue a partir del siglo XVIII, con el proceso de industrialización, cuando las ciudades crecieron por los flujos de emigración procedente del campo.
Los descubrimientos, las ocupaciones militares y la colonización de nuevas tierras propiciaron, la fundación de muchas ciudades
Los descubrimientos, las ocupaciones militares y la colonización de nuevas tierras propiciaron, la fundación de muchas ciudades. En el siglo XX se siguieron creando nuevas ciudades, si bien con finalidades diferentes; la más frecuente: acoger crecimientos desconcentrados de grandes metrópolis.
Las ciudades toman forma a lo largo de muchas generaciones. Hay grandes urbes trazadas por los romanos, fortificadas y constreñidas entre las murallas durante la Edad Media, expandidas durante la edad moderna y convertidas finalmente en metrópolis sembradas de polígonos en sus suburbios. La identidad de la ciudad que se ha desarrollado con el tiempo está evidentemente asociada con el lugar que ocupa y, en buena medida, ésa es la causa principal de que no haya dos ciudades iguales.